Un periodista al servicio de la dictadura: Agustín Bottinelli
compareció ayer por la entrevista apócrifa a la ex detenida-desaparecida Thelma
Jara de Cabezas que en 1979 publicó la revista de Atlántida. Le echó la culpa
al fallecido Aníbal Vigil, uno de los dueños de esa editorial.
Por Gustavo Veiga
Agustín Bottinelli es un periodista que quizá pase
inadvertido por su nombre, pero no por el delito que se le imputa. A los 65
años, ayer ingresó acompañado por un defensor oficial a los tribunales de
Comodoro Py. Había conseguido postergar su declaración indagatoria hasta que se
vio obligado a comparecer para responder por el papel que cumplió durante la
última dictadura. Sus dilaciones procesales agregaron años a los años de una
causa donde se investiga si le cabe responsabilidad penal al ex editor de la
revista Para Ti, la publicación de Editorial Atlántida, por una entrevista
apócrifa a la ex detenida-desaparecida Thelma Jara de Cabezas.
El periodista, un hombre de 30 años cuando conducía la revista,
declaró que desconocía lo que sucedía en la Argentina para la época del
reportaje fingido titulado “Habla la madre de un subversivo muerto”, y que
salió en el número 2983 del 10 de septiembre de 1979. Además, deslindó
responsabilidades sobre su publicación y se las atribuyó al fallecido Aníbal
Vigil, uno de los dueños de Atlántida. Pidió también medidas probatorias para
su defensa, como que el Juzgado Federal Nº 12 a cargo de Sergio Torres cite a
declarar a los periodistas Mario Mactas y a la jefa de redacción de Para Ti,
Lucrecia Gordillo, además de a otros integrantes del staff.
Jara de Cabezas lleva treinta años reclamando justicia por
este caso. Es la madre de Gustavo, su hijo de 17 años secuestrado y
desaparecido el 10 de mayo de 1976 en una plaza de Martínez. En 1984 presentó
su primera denuncia contra los responsables civiles de la maniobra pergeñada
junto a los grupos de tareas de la ESMA, donde estuvo detenida.
La entrevista adulterada se la realizó un tal Américo
Cerritti, en una confitería de Figueroa Alcorta y La Pampa, en el barrio del
Bajo Belgrano. La habían sacado antes del centro clandestino de la Armada
vigilada por una patota que lideraba el represor Ricardo Miguel Cavallo.
Le hicieron decir en la nota publicada en 1979, cuando Jara
de Cabezas estaba secuestrada, que las madres argentinas “estén alertas, que
vigilen de cerca a sus hijos. Es la única forma de no tener que pagar el gran
precio de la culpa, como estoy pagando por haber sido tan ciega, tan torpe”.
Esta adulteración de los hechos daba pie al remate de la entrevista donde se le
preguntaba a la detenida-desaparecida:
–¿En quién confía hoy?
–En Dios.
–¿Qué le pide hoy a Dios?
–Que no haya más madres desesperadas ni chicos equivocados.
Pablo Llonto, el abogado de la querella, le dijo a Página/12
después de la indagatoria a Bottinelli: “Es la primera vez que un periodista es
imputado por su participación en un delito de lesa humanidad a causa de actos
que formaron parte del plan de exterminio; en este caso, un reportaje falso. Se
abre así un nuevo andarivel en la búsqueda de los responsables civiles del
terrorismo de Estado. Los medios de comunicación y muchos de los periodistas
que dirigían las revistas de Editorial Atlántida y otros medios hegemónicos
como La Nación, La Razón, Clarín y de distintas provincias, cumplieron el rol
de activos agentes de operaciones psicológicas concertadas con los servicios de
inteligencia de las tres fuerzas, la policía, los gendarmes y la prefectura”.
Jara de Cabezas fue forzada a conceder más de una nota
falsa. El periódico uruguayo News World de la secta Moon le realizó una
entrevista, presuntamente en Uruguay, publicada el 22 de agosto de 1979 y que
Para Ti citó como antecedente de lo que significaba “un testimonio esclarecedor
y tremendo que descubre los métodos de la subversión”. La mujer, ex secretaria
de la Organización de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones
Políticas, lejos de convalidar la adulteración, se presentó ante la Justicia en
1984 y contó que su supuesta estadía en Montevideo había consistido en que la
sacaron de la ESMA y le “hicieron fotografías en zonas de Buenos Aires,
colocándose a mis espaldas carteles falsos que indicaban que estaba en Uruguay”.
En la querella contra los integrantes del directorio de
Atlántida, se formula que “estaban en conocimiento de la preparación y
elaboración del reportaje y de otras notas sobre lo que sucedía en la ESMA y
otros centros clandestinos de detención”. Bottinelli no era una pieza menor en
ese entramado. Con los años se alejó del grupo Vigil. Se desempeñó en el diario
La Prensa y como corresponsal desde Buenos Aires de un diario de León, España.
Daniel Cabezas, también hijo de Thelma y hermano mayor de
Gustavo, le dijo a Página/12: “Hace dos años esperábamos que este momento se
concretara. Para toda la familia ha sido muy importante la continuidad de la
causa, porque estaba muy frenada. La indagatoria al jefe de redacción de Para
Ti para nosotros comprueba que la dictadura necesitó de colaboradores civiles
como Bottinelli. Al margen de lo que pueda decir la Justicia, mi madre fue
víctima de un operativo de prensa de la Editorial Atlántida, y su revista.
Quiero decir sobre todo que ella no concedió un reportaje, jamás dio esa
entrevista que publicaron en 1979”.
Llonto aspira a que el periodista “sea procesado, porque
además ésta es una de las causas judiciales más antiguas que hay en la
Argentina y Thelma merece que tanto esfuerzo de lucha por la verdad y la
justicia se consagre lo más pronto posible con un juicio oral”. El juez Torres
tiene ahora diez días hábiles para decidir la situación del ex editor de Para
Ti.
(Fuente: Página 12)