Bajo la premisa de que los chicos no se separan de las
pantallas, no juegan ni leen, la socióloga e investigadora del Conicet realizó
una investigación cuyas conclusiones reúne en el libro "Juegos, juguetes y
nuevas tecnologías”.
"La gente dice que los chicos no juegan más juegos
tradicionales, que no juegan a nada que no sea en consolas y esa es una línea
de pensamiento bastante extendida que no pareciera aplicarse a la
realidad", postula Duek en entrevista con Télam.
En la publicación de Capital Intelectual, la socióloga
explica que "no se trata de prohibir sino de comprometerse activamente en
la crianza de los más chicos: la presencia, compromiso y atención son las tres
claves ya no sólo de la relación entre los niños, los adultos y el juego, sino
de la construcción de vínculos".
En su obra repasa "Infancias contemporáneas:
socialización, instituciones y representaciones", "Televisión,
computadoras, consolas y celulares, el deseo de la cultura mediática
contemporánea" y "Juegos, juguetes y jugadores: los nuevos `chiches`
tecnológicos".
Duek indaga sobre la socialización y la vida cotidiana como
ejes centrales de las maneras en las que los pequeños crecen y se desarrollan
en relación con otros: "Hallé un desajuste muy interesante entre a lo que
los niños me decían que jugaban respecto a lo veía sus cuartos", comenta.
“No se trata de prohibir sino de comprometerse activamente
en la crianza de los más chicos: la presencia, compromiso y atención son las
tres claves"(FL)"Lo que encontré -asegura-, fue un discurso muy
compacto sobre el juego con las nuevas tecnologías y que en todos los cuartos,
según el nivel socioeconómico, tenían un pack de juegos tradicionales como
pelotas, muñecas y juegos de mesa".
La socióloga cuenta en su libro que muchos padres, luego de
la entrevista le dicen "no es verdad, no se la pasa jugando a juegos de
matar en la Play y eso me genera risa porque ellos pretenden no quedar mal,
pero no me interesa lo que me dicen sus hijos, sino lo que veo en las
habitaciones donde hago las entrevistas".
"No me interesa trabajar sobre los criterios de
veracidad de los niños, sino ver de qué manera construyen una imagen de sí para
transmitir lo desconocido; me importa ver qué seleccionan como algo valorable
para contarme", sostiene.
Duek relata que "en general su tendencia es exacerbar
algún tipo de conducta, por ejemplo, un chico dijo que sólo miraba películas de
terror y después me enteré que había visto, en esa semana, sus dos primeras
películas de ese género. Lo que me contó fue lo que él percibía, que `era
grande y no tenía miedo`".
Otro de los temas importantes que desarrolló la
investigadora fueron los tiempos del juego y la simultaneidad de las acciones
lúdicas con otras actividades que pueden incluir la televisión, escuchar música
o cualquier otro tipo de prácticas, los juegos pautados y la invasión de la
publicidad para tentar al consumo.
"El papel del adulto es un rol crucial para los chicos,
los adultos se quejan de que los niños no leen pero en las casas no tienen
bibliotecas, y no hablo de paredes de libros sino de un pequeño espacio donde
puedan tener un contacto con las palabras; todas las escuelas públicas regalan
libros para armar una biblioteca familiar, eso no necesita dinero",
advierte.
Para los padres hay un mensaje directo: "Hay que sacar
literalmente a los chicos de las pantallas, los adultos deben fijar propuestas
diferentes, atractivas, llevarlos a una plaza, a ver espectáculos callejeros,
lo importante es accionar y no quedarse en la cómoda queja".
"No seguir a los chicos en esa relación que tienen con
la tecnología es como no haberle abierto nunca el cuaderno de clases; hay que
ver, investigar, preguntarles qué sitios visitaron pero no desde un rol
autoritario sino de acompañamiento", concluye.