Hoy se conmemora un nuevo aniversario del nacimiento de Jorge Cafrune, sin embargo también hay que evocar que hace 36 años, cuando marchaba a caballo rumbo a Yapeyú en
homenaje al general José de San Martín, el folklorista Jorge Cafrune fue
atropellado por una camioneta. Fue un accidente no esclarecido, en época de
dictadura a una figura popular que días antes había osado transgredir la
censura en el Festival Folclórico de Cosquín. Algunas sospechas y el testimonio
de una detenida en el campo de concentración de La Perla, hacen suponer que fue
un atentado.
En el libro Jorge Cafrune, memoria de un hombre libre,
publicado en Córdoba en 2004 por Héctor Ramos, se recupera el anuncio de la
travesía que estaba por hacer el folclorista y se dice que Cafrune expresó al
respecto: “Me amenazaron diciéndome que si hago el viaje moriré. Dicen que un
zurdo no puede mancillar la tierra de San Martín. Siempre dije que no soy
comunista, que soy nacionalista con `c` y no con `z` y que no me alineé como
cantor de protesta. Yo le canto al pueblo”.
Aunque la familia tuvo sospechas de que el accidente haya
sido intencional, la represión de la época le impidió que llevaran a cabo una
investigación. Una de sus hijas, Yamila Cafrune, cantante y abogada, señaló
repetidas veces que los familiares decidieron olvidar el tema para no
enloquecer. Sin embargo, reconocieron que era un artista que no congeniaba con
la situación política que se vivía en el país por aquel entonces.
En una entrevista concedida al diario Página 12, la cantante
dijo que había muchas conjeturas respecto del accidente: “Que detrás del accidente estuvo Gendarmería,
o la Triple A. Es sabido que López Rega dijo que Cafrune era más peligroso con
una guitarra que un ejército con armas. Es sabido que sus discos estaban
prohibidos: En Radio Nacional de Córdoba guardan un disco que tiene los temas
que no podían pasarse tachados con birome en la tapa y rayados con un clavo
adentro. Entre ellos estaba Zamba de mi esperanza. ¿Sabés cuál era la palabra
prohibida...? Era la palabra esperanza”.
Y esa fue precisamente la canción que Jorge Cafrune cantó en
Cosquín. Hay un testimonio en el libro Nunca
Más, dado por la presa política
Celia Meschiatti, que estuvo detenida en el campo de concentración de La Perla,
en donde asegura que los militares allí presentes (en La Perla) coincidieron en
que había que matarlo por haber cantado una zamba prohibida (el que dijo esto
fue el Teniente Primero Carlos Villanueva). En otro tramo de su alegato,
Meschiati apuntó que el clima esa semana en La Perla fue de gran nerviosismo.
Decían que estaban preparando una `operación especial `… Después Cafrune que
volvía a caballo por la ruta fue arrollado por una camioneta que huyó. Dijeron
que el operativo especial `se había cumplido`”.
Las crónicas periodísticas de la época, censura mediante,
señalaron que el cantor, entonces de 40 años, sufrió el accidente que le
ocasionó la muerte en la ruta 27 al ser embestido por una camioneta conducida
por Héctor Emilio Díaz, de 19 años. Cafrune iba montando a caballo rumbo a
Yapeyú, Corrientes, junto a su amigo "Fino" Gutiérrez, para
participar del homenaje por el bicentenario del nacimiento del general San
Martín. El conductor no sólo atropelló a Cafrune y a su caballo blanco, sino al
otro jinete (Gutiérrez) que marchaba varios metros adelante; detuvo la
camioneta recién a 200 metros del lugar donde se había producido el impacto y
luego se alejó sin ayudar a las víctimas.
Aunque sufría la rotura de diez costillas y politraumatismo
de cráneo, Cafrune llegó con vida a la asistencia pública de Benavídez. De allí
lo trasladaron al Hospital Municipal de Tigre, y más tarde volvieron a
trasladarlo, esta vez al Instituto del Tórax de Vicente López, trayecto en el
que murió.
En “Militancia de la canción. Política en el canto
folclórico de la Argentina 1944-1975”, libro donde volcó su tesis de Maestría
en Historia de la Universidad Di Tella, el especialista Carlos Molinero indica
que un Cafrune agonizante expresó: “Es mejor que me maten…no aguanto más…Te
encargo mis hijos, que no les pase nada”.
La investigación recuerda que Cafrune cometió la osadía de
entonar una canción prohibida en Cosquín alegando que “aunque no está en el
repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar”.
“Son las palabras de Cafrune las que resultan ácidas, más
aún que la canción. Era claro que eran reveladoras de un secreto a voces: había
canciones prohibidas y Cafrune se preciaba de no acatar prohibiciones pues el
pueblo era más que el gobierno, por terrorífico y poderoso que éste fuera”,
escribe Molinero.