Reproducimos a continuación una entrevista que mantuvimos con Miguel Grinberg, referencia ineludible en la contracultura y el movimiento ambientalista.
ECOLOGÍA, POESIA,
ROCK Y LIBERTAD
(Entrevistó Daniel Dussex)*
Para unos, su nombre se relaciona con la Ecología como
militancia, otros lo asocian con el rock nacional en tiempos de La Cueva.
También están quienes lo vinculan con los poetas contraculturales de la
Norteamérica radicalizada.
Para Miguel Grinberg “esto se trata de facetas de un
prisma”. Y agrega: “la naturaleza humana es polifacética, y mi naturaleza fue
dictándome opciones que asumí en la plenitud de sus desafíos.”
Así como alguna vez se propuso historizar el rock nacional
en las diferentes etapas de su evolución, Miguel Grinberg también hace una
crónica de sus evoluciones personales. “En los ‘60 me atrajeron la poesía
visionaria y los vaticinios contraculturales, pues había sido cautivado por el
mandato del poeta José Martí: “Cultiva lo magno, puesto que trajiste a la
tierra todos los aprestos del cultivo. Deja a los pequeños otras pequeñeces’.
En los ‘70 asumí las energías del rock progresivo. Durante los ‘80 la siembra
me situó en las latitudes del ecologismo generativo, y desde los ‘90 me nutren
las visiones espirituales y el ecumenismo. No son repúblicas aisladas de mi
alma, sino matices de mi existencia terrenal”.
El libro “Poesía y Libertad”, editado por la
Fundación Ross, compila la experiencia poética propiciada desde las páginas de
Eco Contemporáneo, una revista-libro en la que lo acompañaba como secretario de
redacción Antonio Dal Masetto.
“Con “Giorgio’ Dal Masetto -recuerda- nos conocimos en 1960,
en la salida de artistas del Teatro Caminito (La Boca). Teníamos una misma
debilidad: las actrices jóvenes. Poco después los dos nos fuimos de mochileros
a Río de Janeiro. Linda aventura, bohemia y pedagógica. Él ya escribía bellos
cuentos melancólicos. Y yo largos poemas iracundos. De regreso, como las
revistas literarias de izquierda y de derecha no se interesaron en nuestros
textos, pues decidimos imprimir nuestro propio medio de comunicación, la Eco.
Nos instalamos en un galpón del taller de mi papá que bautizamos “El Reducto de
la Flor Solar’, por un canto rodado que contenía un tallo petrificado que
recogí frente a la Garganta del Diablo, en las Cataratas. Dal Masetto ha sido
un gran narrador, desde el principio.
En literatura, cuando todos miraban a Europa ¿qué fue lo
que te hizo girar la mirada hacia los poetas norteamericanos?
- Cuando era chico, mi mamá me inscribió en el Liceo
Británico, de modo que desde mi adolescencia soy bilingüe. Compraba en el
centro los semanarios de Estados Unidos y era fanático del jazz moderno. En
1960, Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti asistieron en Chile al Congreso de
Escritores. Jack Kerouac había viajado asiduamente a México. LeRoi Jones
asistió al primer aniversario de la Revolución Cubana en La Habana (1960). En
toda América Latina había un espíritu de unidad continental compartido por los
poetas norteamericanos. Y muchos nos embarcamos en esa confluencia que sólo
medio siglo después está dando frutos realistas en nuestro continente. En
cambio, los poetas argentinos anteriores a mi generación soñaban con el
surrealismo y aspiraban a ser vates como los franceses. Ese mismo año nació la
bossa nova brasileña que abrió camino al movimiento tropicalista. En la América
indo-afro-euroamericana fermentaba un fervor fraternal inédito. No olvidemos al
peruano César Vallejo: “Ya va a venir el día, ponte el alma”.
En un ejemplar de la revista Eco Contemporáneo de aquel
entonces, te veo fotografiado con Witold Gombrowicz, Raúl González Tuñón, leo
cartas que te enviaba Allen Ginsberg, y me pregunto si tenías conciencia en ese
momento, con tus 25 años, que estabas con personas de trascendencia.

La confluencia poética que se reflejaba en las páginas de
Eco Contemporáneo quedó plasmada en febrero de 1964 con un congreso realizado
en la ciudad de México ¿Quiénes fueron los escritores que estuvieron presentes?
- Entre otros, los mexicanos Efraín Huerta, Thelma Nava,
Sergio Mondragón, Homero Aridjis, Edmundo Valadés y Joaquín Sánchez MacGrégor,
la chileno-peruana Raquel Jodorowsky, el salvadoreño Roque Dalton, los
venezolanos Edmundo Aray, Juan Calzadilla y Ludovico Silva, el chileno
Alejandro Jodorowsky, el panameño Roberto Fernández Iglesias, los argentinos
Leandro Katz y Luis Guillermo Piazza, los estadounidenses Margaret Randall,
Alex Rode y A. Fredric Franklyn, y el portorriqueño Jaime Carrero. Lo
difundieron las revistas que componían la Nueva
Solidaridad. Y lo ignoraron los fósiles de siempre. Nosotros
ya hacíamos el amor y no la guerra antes de que surgieran la beatlemanía y los
hippies. El segundo encuentro iba a producirse en Brasil pero lo abortó el
golpe militar y casi 20 años de dictadura. Recordemos que a partir de 1965 el
terrorismo castrense se impuso en gran parte de América Latina. Pero la
solidaridad poética jamás se apagó: al despuntar los años ‘90, tuvimos otros
dos encuentros análogos: uno convocado por Homero Aridjis en Morelia (México) y
otro promovido por Allen Ginsberg en Boulder (Estados Unidos).
DE LA POESÍA AL ROCK
En el libro “Cómo Vino La Mano”, que se sigue reeditando, Miguel Grinberg fue el primer periodista que intentó reseñar el
nacimiento de un rock con marcas argentinas, pero lo hizo desde un lugar de
privilegio: como testigo directo de ese movimiento.
Sos un histórico del rock nacional sin ser músico, ¿Cómo
fue que te acercaste a un movimiento que todavía era muy under?
- Empecé a hacer periodismo profesional en el primigenio
diario El Mundo y en la revista Panorama, como crítico de cine y música. Mis
lugares habituales en 1965 eran el Instituto Di Tella y el Moderno Bar de la
calle Maipú (hoy esfumado). Primero me atrajo el grupo Los Beatniks, y poco
después La Cueva de la Av. Pueyrredón. Soy parte de esa generación. En Buenos
Aires, a fines de 1966 co-participé en la organización del primer concierto
grupal de rock argentino, Aquí Allá y en Todas Partes, con Moris, Tanguito y
The Seasons. Produje el primer demo de La Cofradía de la Flor Solar. Empecé un
programa de rock por Radio Municipal. Produje los conciertos de Pescado
Rabioso-Artaud en el teatro Astral. Soy rockero desde la primera ola porque
como dijo Spinetta, “el rock es un instinto de vida”.
Con la censura de los militares, tuvo que dejar la radio y
explorar nuevos caminos para seguir difundiendo el rock, lo hizo junto a Pipo
Lernoud y Jorge Pistocchi en la legendaria revista El Expreso Imaginario:
“Entre 1976 y 1983, la revista fue un baluarte de imaginación al servicio de la
libertad y la fraternidad. Su sección de lectores era una tribuna de gente
despierta, sus artículos eran despertadores, su arte agitaba los sentidos”,
recuerda Miguel.
¿Pensás como algunos críticos, que en la actualidad el
rock entró en un circuito comercial que desnaturalizó su mensaje original?
- No es tan así. El circuito comercial se ha infiltrado en
el rock, ha usurpado sus emblemas y ha llenado los escenarios con clones que se
sostienen mientras haya publicidad paga a su favor. En consecuencia, hay una
fabricación en serie de híbridos que se rotulan como “rockeros” pero que son
simple música pop complaciente disfrazada de algo que no es ni será rock, pero
que confunde a algunos críticos que llegaron tarde al reparto de ídolos.
LA TRAVESÍA
PLANETARIA
En un editorial de la revista Eco Contemporáneo
(1963-”Llamado a la nueva solidaridad”) escribiste: “...hacemos del espíritu un
laboratorio e iniciamos una operación cuyos resultados podrán dilucidarse
pasado un lapso no muy medible por ahora” ¿Cuál es tu mirada de esos resultados
hoy?
- Siento, pienso, tengo la convicción de que un segmento de
mi generación mantuvo encendida la llama de una lucidez impecable enfocada en
la evolución de nuestra especie. Que no es un puerto sino una travesía. Le dejo
la evaluación a los antropólogos del porvenir. Vislumbro mi próxima década como
un tiempo de cosecha planetaria, donde podamos contribuir a crear, de modo
sutil e irresistible, un contexto socio-cultural en sintonía con los mejores
potenciales de nuestra especie. La antología de Eco, Visionarios Implacables,
da algunas pistas al respecto. Lo demás es un secreto a prueba de chismes y de
mesianismos.