Hace treinta y cuatro años Adolfo Pérez Esquivel recibía el
Premio Nobel de la Paz en plena Dictadura, dando crédito a las denuncias sobre violación a los Derechos Humanos que se hacían internacionalmente
y acá eran ignoradas por los medios.
Una de las revistas de mayor tirada, Gente, de Editorial
Atlántida, que permanentemente hablaba de una "campaña antiargentina orquestada por
elementos terroristas en el exterior", no pudo evitar la noticia del premio y
envió a su periodista estrella en “trabajos sucios” a entrevistarlo, en algo
que más que un reportaje se pareció a un interrogatorio policial.
Estas son sólo unas líneas de la entrevista de Renée Sallas a Pérez
Esquivel, publicada el 6 de noviembre de ese mismo año:
"Usted es un ciudadano argentino, ¿no? Y como argentino, le debe haber
llamado la atención que la campaña antiargentina en Europa, por ejemplo, ha hecho
hincapié exclusivamente en esa bandera demagógica, sin ver lo demás. ¿No cree
que le hace muy mal a su país esta parcialidad?
-Yo creo que no. Y además hay que diferenciar una cosa: en
el exterior hay sectores que distorsionan las cosas porque buscan sus intereses
políticos. ¿No es así? Lo sabemos todos. Pero hay una cuestión que es más
profunda: y es que toda persona tiene derecho a saber dónde se encuentran sus
hijos. Este es el enfoque que le damos nosotros, como cristianos. Porque Cristo
nos dice que debemos reconocer en el prójimo a nuestro hermano. Pero usted me
habla de un ataque contra la Argentina en Europa. Pienso, en cambio, que los
sectores que realmente trabajan con honestidad, no están atacando a la
Argentina. Cuando hablamos del pueblo argentino es una cosa. Cuando hablamos
del gobierno, es otra cosa. Porque el gobierno actual, el gobierno que tenemos,
no es un gobierno elegido por el pueblo. Entonces creo que hay que diferenciar
y no confundir.
¿No cree que todo lo que los argentinos hoy vivimos es consecuencia,
precisamente, de malos gobiernos elegidos por el pueblo?
-Bueno, yo pienso que no.
¿Entonces surge por generación espontánea?
-Bueno, no me gusta polemizar en estos aspectos. Pero si
nosotros vemos que un país tiene leyes, tiene una Constitución, entonces no
sólo los gobernados sino también los gobernantes deben respetar esas leyes. Si
una persona cometió un delito, debe ser juzgada y debe ser castigada por ese
delito. De acuerdo a las normas, a las leyes, a la justicia que imperan en toda
sociedad civilizada.
En una conversación telefónica que usted tuvo con Suecia, dijo: 'Acepto
el premio en nombre de los campesinos, de los pobres, de los obreros, de los
indígenas de América latina'. ¿Por qué no aceptó el premio en nombre de todos
los no violentos del mundo, cualquiera sea su profesión y condición económica?
-Bueno, es lo que yo siento. Yo acepto el premio en nombre
de todos los que luchan por la paz para construir un mundo más justo y
humano".