Entre artistas, músicos y, sobre todo, los nietos
recuperados, las Abuelas repasaron los logros de este año. “Seguiremos caminando, buscando a los que faltan”, dijo Estela.
Por Victoria
Ginzberg
“Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. Y una
novia muy hermosa que se llama libertad”, cantó Silvia Iriondo mientras Ignacio
Guido Montoya Carlotto tocaba el piano en la conmemoración por los 37 años de
Abuelas de Plaza de Mayo. La aparición del nieto de Estela de Carlotto fue
central este año para la institución, no sólo por la familia a la que
pertenece, sino por lo que movilizó en la sociedad y en los jóvenes que tienen
dudas sobre su identidad. Su presencia allí fue el cierre justo y merecido de
los últimos doce meses. Pero el acto de ayer fue mucho más: una celebración a
todas las Abuelas y a su búsqueda, un balance de los logros alcanzados y
también de las pérdidas, un abrazo de artistas, colaboradores, amigos y de los
nietos. “Sin ellas no estaríamos acá”, dijo desde el escenario Manuel
Gonçalves, uno de ellos. “No vivimos en vano y estamos recordando 37 años de
caminar el país y el mundo para buscar a nuestros nietos. Estamos dejando la
vida porque es imposible que no los busquemos. Seguiremos caminando, buscando a
los que faltan”, dijo al cierre Carlotto.
“Algunos nos preguntan si Estela se operó, porque tiene esa
sonrisa que no se le borra”, dijeron Gonçalves y Leonadro Fossati, los nietos
encargados de conducir el acto mezclando en equilibrio humor y emoción.
“Claudia Carlotto te encuentra la cartera, te encuentra a los nietos, te
encuentra todo”, bromearon cuando la hija de Estela y titular de la Comisión
Nacional por el Derecho a la Identidad anunció el hallazgo de la cartera que la
abuela cordobesa Sonia Torres había perdido poco antes.
“El protocolo lo hacemos mal. Eso lo aprendimos de las
Abuelas. Ellas son nuestras próceres. Gracias por darnos la posibilidad de
saber quiénes somos. Gracias por reconstruir la identidad del país.” Hubo,
entonces, mención a los tres nietos encontrados este año: Ignacio Guido Montoya
Carlotto, Ana Libertad Baratti de la Cuadra y Valeria Gutiérrez Acuña– y a las
dos abuelas que no llegaron a conocer a sus nietos. Luego llegó Ignacio y se
sentó al piano. Pero antes se pasaron las imágenes que serán el nuevo final de
la película de Nicolás Gil Lavedra sobre la vida de Estela de Carlotto. El
nieto de Estela tuvo que parar al segundo de haber comenzado a tocar por los
aplausos y gritos. “Bienvenido”, se escuchó fuerte en la platea.
Era la primera vez que las Abuelas celebraban –porque lo
conseguido en este camino es para festejar aunque hayan nacido del terror– su
aniversario en La Plata. En esa ciudad vive Carlo-tto, que también cumplía años
ayer, y la familia de Alicia de la Cuadra, la primera presidenta de Abuelas. En
La Plata, finalmente, se gestó la institución.
El Teatro Argentino estaba lleno. Banderas de distintas
agrupaciones kirchneristas –La Cámpora, Kolina, Peronismo Militante– y de HIJOS
colgaban de los tres pisos de pullman. Cerca de las ocho de la noche entró
Estela escoltada por su hijo Kibo Carlotto, secretario de Derechos Humanos de
la provincia de Buenos Aires.
El gobernador Daniel Scioli había pasado a saludar un rato
antes, pero se tuvo que ir al coloquio de Idea. En representación de la
presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló el secretario de Derechos
Humanos, Martín Fresneda, quien fue presentado como “un hermano”. “Me ha tocado
ver de cerca a estas mujeres. Las vi en los mejores y en los peores momentos.
Las vi caminar, desmayarse y levantarse. Y vi una sociedad que no las quiso,
pero también vi a una sociedad que después las apoyó y les dijo gracias”,
aseguró. También estaba la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, que
fue requerida para las selfies por muchos de los presentes.
Como balance del año, Gonçalves y Fossati mencionaron, entre
otras cosas, los 547 represores juzgados y condenados, la ley del Banco
Nacional de Datos Genéticos, la creación de la Unidad Fiscal especializada en
los casos de niños apropiados durante el terrorismo de Estado que dirige Pablo
Parenti, los 95 ex centros clandestinos de detención señalizados, la Casa de la
Identidad de Abuelas que funciona en la ex ESMA y los 30 sitios de memoria.
Fossati se detuvo en la comisaría quinta de La Plata –donde nació–, que sigue
funcionando y que recorrió hace quince días con Scioli. “Tenemos la promesa de
que en breve se va a desalojar la primera parte”, comprometió al gobernador.
Antes de entrar, el secretario de Abuelas, Abel Madariaga, había resaltado la
cantidad de jóvenes que están llegando a la institución con dudas. “Hacemos
apuestas de cuantos aparecen de acá a fin de año”, afirmaba, un poco en broma y
un poco en serio.
“Estos logros son sólo algunos, estos son logros del pueblo
argentino. El próximo año hay que defender esto”, advirtió Gonçalves.
Las Abuelas recordaron a Raquel Gvirtz de Arscuchin y
Angelica Chimeo de Bauer, dos compañeras que murieron este año. También a Clyde
Snow, fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense. Señalaron que
gracias a los miembros del EAAF, este año pudieron resolverse otros tres casos
denunciados en Abuelas, aunque se trató de la identificación de tres
embarazadas que no llegaron a dar a luz.
Alegraron la noche Hugo Corle-tto y Max Delupi con el show
de Nancy y Thelma (“Les quieren dar el Nobel de la Paz a las Abuelas... cuando
se enteren del tole tole que se arma cuando ponen una caja de bombones sobre la
mesa”) y Kevin Johansen y Liniers con los The Nada, que hicieron bailar a
nietos y, sobre todo, bisnietos con “La cumbierita intelectual” y otras canciones.
“Un lujo, un placer estar acá”, dijo Johansen antes de que Liniers tirara un
avión de papel con un dibujo hecho en vivo. En la platea saltaron para
agarrarlo, pero para que llegara a la nieta Catalina de Sanctis Ovando, que
también es dibujante (la ilustración de un niño que baja de un trapecio y es
recibido por otros jóvenes y Abuelas que estaba en el escenario y en las
invitaciones era suya).
Liniers trajo de regalo para Estela el original del dibujo
que hizo el día que apareció Ignacio, donde se ve a abuela y nieto fundidos en
un abrazo. “Me acordé lo que era abrazar a mis dos abuelas y qué feo era que te
robaran eso. No sabía que para Estela el abrazo también significaba tanto”,
contó en referencia a la frase que la presidenta de Abuelas repite desde que
Ignacio recuperó su identidad: “No quería morir sin abrazarlo”. En el dibujo se
lee: “No pudieron robarle abrazar a su nieto”. A Ignacio, Liniers le regaló un
pingüino con la frase de la canción de Rubén Blades: “La vida te da sorpresas”.