Si hay algo que nadie discute en la política argentina,
siendo éste un país donde se polemiza absolutamente todo, es la capacidad del
Gobierno para sostener la iniciativa, es la propia oposición la que lo reconoce.
Por Eduardo Aliverti
La serie de denuncias y notas producidas desde hace algunas
semanas, en este medio y otros (muy) pocos, acerca de los grandes jugadores que
maniobran con el dólar, es derechamente impresionante. No es que haya sorpresa
por los nombres involucrados ni por el tipo de trapisondas, pero impacta la
precisión de las muestras recogidas.
Cabría destacar las crónicas firmadas en
Página/12 por Cristian Carrillo y Sebastián Premici, con énfasis particular en
la del lunes pasado sobre las cuevas fondeadas por bancos, sociedades de Bolsa,
casas de cambio, estudios jurídicos, compañías cerealeras y petroleras. El
resumen indica que el 80 por ciento de los operativos fue realizado en la city porteña.
El resto corresponde a los barrios de Recoleta, Palermo y Villa del Parque,
junto a las ciudades de Mendoza, Córdoba, Mar del Plata, Corrientes,
Resistencia, Rosario y Necochea.
La prudencia que impone el secreto de sumario
de las investigaciones judiciales no impidió ventilar algunas identificaciones
como la del Grupo Arpenta, incluido en una de las demandas penales de la Unidad
de Investigación Financiera. En un alto piso del microcentro de Buenos Aires,
esa firma disponía de una casa de cambio oculta con oficina, mesa de
operaciones con treinta teleoperadores y dos lugares reservados con cajas
fuertes, que convivían con una sociedad de Bolsa.
Sinteticemos la cronología de
ese episodio. “El pasado 21 de octubre, la UIF, la Procelac y autoridades del
BCRA concurrieron al piso 28º del citado edificio (San Martín 344) (...) En la
parte central, (estaban) las ventanillas de la casa de cambio, con su
correspondiente tesoro y, detrás, otro espacio reservado a las cajas fuertes.
Se comprobó que en el tesoro del Grupo Arpenta había un armario con estantes en
donde se encontraban fajos de billetes sueltos, sin ningún tipo de
identificación ni justificativo que explique razonablemente por qué esos
billetes se encontraban allí.
Según un empleado de la firma, no existe registro
formal respecto de las cajas de seguridad que acredite su titularidad, así como
tampoco se registran los ingresos y/o egresos de las personas, ni al tesoro.
Esta descripción está incluida en la demanda penal por lavado de activos
realizada por la UIF. Para las autoridades regulatorias consultadas, la
existencia de esas cajas fuertes, con los volúmenes de dinero secuestrado,
tendría por función ‘guardar el dinero ilegal que luego es volcado a las
cuevas’ (...) El día de la inspección conjunta en Arpenta, en la sala de
reuniones, estaba Horacio Liendo, hijo del militar homónimo y cerebro jurídico
de Domingo Cavallo durante el menemismo. ‘Fue una señal del sistema, nos
estaban esperando’, señaló (...) un funcionario que participó del operativo.
Liendo
es asesor legal de Arpenta, así como también de los bancos de la familia
Eskenazi; de la consultora Economía y Regiones (cuyo titular es Rogelio
Frigerio, hoy presidente del Banco Ciudad) y del Banco de Córdoba, entre otros
(...) El caso de Arpenta puede ser la punta del iceberg para profundizar
vinculaciones entre las sociedades de Bolsa y las empresas cerealeras, que
fondearían en primer lugar a las empresas financieras. Pero a partir de este
caso podría investigarse otro tipo de vinculaciones, como el rol de los
estudios jurídicos que dan sustento a estas maniobras (...) Los investigadores
pudieron identificar que, en una de la cajas fuertes dentro del tesoro de
Arpenta, había valores del Estudio Pérez Alati, Grondona, Benites, Arnsten
& Martínez de Hoz”.
La reacción del establishment mediático ante las
revelaciones de estos operativos oficiales, mientras que ninguno o cualquiera
de los dirigentes opositores volvió a no decir siquiera mu, fue simplemente
alertar que este “espectáculo de apriete”, en las cuevas oficiosas de los
bancos y por derivación hacia sus bufetes de abogados y grandes socios
agropecuarios, sólo sirve para espantar inversiones gracias a dar imagen
venezolana. Entre los comunicadores de los grandes grupos anunciantes hubo
quienes se atrevieron a decir que hablar de “batallones” (de la AFIP, de la
UIF, de Procelac) evoca a la dictadura militar.

La avanzada
del Gobierno contra las guaridas financieras se presta a la pregunta de si es
una acción sostenible a mediano y largo plazo, por haber resuelto ir de frente
contra los golpistas del mercado, o si más bien se trata de planchar al dólar
momentáneamente. Si es por eso, sin embargo, también cabe el interrogante de
cuál acción les sienta cual deseen, como no sea rendirse a las exigencias de
ajustar en forma ortodoxa por vía de enfriar la economía mediante restricción
monetaria, despido de empleados públicos, achicamiento del consumo y otras
recetas, todas, de ese tinte, probadas hasta el cansancio con su destino de
helicóptero.
Si el Gobierno procede, es por desesperación para mantenerse
de alguna manera en la línea de fuego. Si no actúa, es debido a que ya viene, o
ya está, el fin de ciclo. Si lleva adelante una nueva ley de
telecomunicaciones, es para beneficiar a Telefónica. Si no lo hace, es que la
ley de medios audiovisuales quedó tecnológicamente inservible, demodé,
noventosa.
Si promueve nuevos códigos de procesamiento en lo civil y penal, es
a la búsqueda de pura propaganda progre, o a fin de buscarse impunidad a
futuro. Si no lo suscita, es porque sólo le importa conservar el statu quo. Si
emite moneda por obra de ofrecer bonos al 2018, a valor dólar, para recortar
andanzas especulativas, le tira peludos de regalo a la administración que
venga. Si se queda quieto, es acusable de no saber qué hacer frente la restricción
externa.
Si enfrenta a los buitres, es presa de irresponsabilidad. Si lo evita,
a la espera de negociar en enero, es que el relato se baja los pantalones. Si
se habla por los cuatro costados de la corrupción oficial, alegremente o con
fundamentos más o menos sólidos, es demostrativo de que la corrupción existe
(sólo la oficial, por supuesto).
Si no se hablara, corroboraría la dictadura K.
Si Cristina tiene sigmoiditis, y debe guardar reposo, el país se queda sin
Gobierno porque el único gobierno es que todos estén pendientes de lo que
decida ella. Pero si ella apareciera, en medio del reposo obligado, es que está
enferma por el poder y de lo contrario no hubiera tenido sigmoiditis ni
alteraciones cerebrales. La suma de este gataflorismo no es porque sí. Es lo
que cubre el vacío o, peor aún, la triste o turbadora imagen del escenario
opositor.
Los radicales y socialistas nucleados en Fauna están casi a punto de
romperse, en una batalla de todos contra todos que vuelve a desnudar su
imposibilidad de prepararse auténticamente para el ejercicio del poder.
Mauricio Macri, en presumible o demostrable ascenso, les marca la agenda pero
todavía sin un alcance nacional que garantice ser el candidato más adecuado de
la derecha (algunos dirigentes de la UCR tienen aún la dignidad de preferir que
se rompa y no se doble).
De Sergio Massa también podría decirse que no se
comprueba su efectividad de comerse a los chicos crudos, tras una victoria
política en 2013 capaz de parecerse, en su proyección, a la de Francisco de
Narváez en 2009. Y el kirchnerismo vaya si tiene lo suyo, con el karma de
Scioli sí o Scioli no, pero sin que esté en duda que Cristina es la jefa de un
espacio con nunca menos que el tercio de los votos. Y de la capacidad de
movilización. No es por nada que, sobre el cierre de la semana, se dejó
trascender la idea de que el conjunto opositor marche a las PASO con una
estrategia acordada de “gobierno de coalición” a futuro: estarían asumiendo que
los K pueden ganar tranquilamente en primera vuelta, cuando queda fijada la
integración del Congreso, con buenas perspectivas de vencer también el
ballottage gracias a la división celular que enfrentan.
Por el momento, y entre nosotros, el barrilete
cósmico radica en haberse demostrado que a la oposición le iría mejor en el
espacio que en la Tierra, donde no puede resolver qué cosa decir u ofrecer a la
sociedad mejor que esto.
Columna de opinión emitida en el programa Marca de Radio, del sábado 15 de noviembre del corriente año.
Columna de opinión emitida en el programa Marca de Radio, del sábado 15 de noviembre del corriente año.