Ayer, el mundo de la literatura le dijo adiós a Aurora
Bernárdez, la viuda y albacea literaria de Julio Cortázar, la responsable
de cuidar la obra del autor de Rayuela editando sus libros póstumos y su
correspondencia.
Bernárdez falleció en París, según un comunicado de la Agencia
literaria Carmen Balcells.
“Lamentablemente confirmamos la noticia. Aurora Bernárdez ha
muerto esta mañana a las 8:25h en París”, con estas palabras Guillem d'Efak
Fullana Ferré, director de la Agencia literaria Carmen Balcells, informaba en
un comunicado remitido a Efe la muerte de Bernárdez, quien ingresó el viernes
en un hospital de París debido a un accidente vascular.
Hija de padres gallegos, Bernárdez nació en Buenos Aires el
23 de febrero de 1920. Fue en esta ciudad donde estudió Letras en la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y se licenció en Literatura.
Fue en esta época estudiantil cuando conoció a Julio
Cortázar en la capital argentina y en la década de los 50 contraen matrimonio,
y se instalan en París, ciudad donde ambos vivieron algunos de los mejores y
más fructíferos años de la vida del escritor.
Se trata de una época en la que se fraguó la amistad con el
escritor Mario Vargas Llosa, quien el pasado año en presencia de la propia
Bernárdez durante los cursos de verano de la Universidad Complutense, recordó
la sensación que tuvo cuando conoció al matrimonio en París.
“De mi primer encuentro con ellos recuerdo, sobre todo, la
manera en cómo se convirtieron en los protagonistas de la noche. Había entre
ellos una complicidad, una inteligencia… Eran maravillosos conversadores, se
tenía la impresión de que esa conversación no era espontánea, que había sido
ensayada previamente para impresionar a los otros contertulios”.
La que ha sido traductora de Lawrence Durrell, Gustave
Flaubert, Italo Calvino, Vladimir Nabokov, Albert Camus, Jean-Paul Sartre y
William Faulkner, entre tantos otros, nunca escribió obra propia. Algo a lo que
nunca dio respuesta, como dejó claro durante una visita a Madrid.
Tras su separación de Cortázar en los años setenta, ambos
mantuvieron una relación de amistad aunque el escritor tuvo dos relaciones más,
una con la agente literaria Ugné Kurvelis y otra con la fotógrafa y escritora
Carol Dunlop.
Fue en 1983, con la muerte de Dunlop, cuando la argentina
regresó al lado de Cortázar, y se encargó de cuidarlo hasta que este falleció
el 12 de febrero de 1984 a los 69 años de edad en el hospital parisino de
Saint-Lázare.
En los años 90, junto a la editora catalana Carmen Balcells,
comenzó a rescatar obras de su ex marido, y a editar otras con textos inéditos del
autor argentino, como su voluminosa correspondencia.
Entre los trabajos más relevantes se encuentran dos obras
que realizó junto con la editorial Alfaguara, y el editor Carles Alvares
Garriga.
En el 2009 apareció Papeles inesperados (Alfaguara), una
compilación de textos encontrados por la propia Aurora en un mueble de su casa
parisina y que conforman un conjunto que permite apreciar las múltiples facetas
del gran escritor: el Cortázar formal y en ciernes, el cuentista genial, el de
espíritu lúdico, el comprometido con su tiempo, el profundo conocedor del arte
y la literatura, el cronista sutil, el poeta.
Ya a comienzos de este año, la editorial Alfaguara presentó
en enero Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico, un recorrido artístico
por su vida con imágenes y sus propios textos en los que la mano de Bernárdez
estuvo presente.