Hace exactamente 37
años que una patota de la ESMA irrumpió en la Iglesia Santa Cruz, en la ciudad de Buenos Aires, secuestrando a familiares de desaparecidos que se reunían para pedir por su paradero.
El operativo que fue coordinado por Alfredo Astiz se llevó a un grupo de nueve personas, entre ellas a las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco. El grupo completo secuestrado estaba integrado además por las monjas Alice Domon y Léonie Duquet, y los activistas de derechos humanos Angela Auad, Remo Berardo, Horacio Elbert, José Julio Fondevilla, Eduardo Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo.
El operativo que fue coordinado por Alfredo Astiz se llevó a un grupo de nueve personas, entre ellas a las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco. El grupo completo secuestrado estaba integrado además por las monjas Alice Domon y Léonie Duquet, y los activistas de derechos humanos Angela Auad, Remo Berardo, Horacio Elbert, José Julio Fondevilla, Eduardo Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo.
La Santa Cruz es territorio de la orden de los curas
Misioneros Pasionistas, que desde siempre estuvieron inclinados a la opción de
una iglesia para los pobres y adhirieron al Movimiento de Sacerdotes para el
Tercer Mundo. La iglesia fue declarada edificio de interés por la ciudad de
Buenos Aires y monumento por la presidenta Cristina Kirchner. En sus jardines descansan
los restos de Ponce de Bianco, Ballestrino de Careaga, Auad y otros familiares
desde allí secuestrados.
En aquellos años de la dictadura, las madres, hermanos y
otros familiares de víctimas de la represión ilegal se reunían en secreto en la
iglesia, intercambiaban datos. En ese grupo se infiltró el marino Alfredo
Astiz, quien se hizo pasar por Gustavo Niño. Detenida en la ESMA, Villaflor
preguntaba a sus compañeros de cautiverio por “el pibe rubio”, por su verdugo.