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El analista político Mario Wainfeld |
Hacer el inventario y el balance de un año que se va puede ser una compulsión psicológica individual o periodística. En ésta incurriremos, sabiendo que el objetivo es ambicioso y, en sustancia, incumplible. Se intentará en esta columna y en un par que ya vendrán. Se renuncia desde ya a la cronología, al inventario de los hechos y al listado de las personalidades de 2014, aunque se rozarán.
La intención es, por ahí, proveer algunos elementos para
ayudar a otros abordajes, de lectores del común. La nómina de hechos se asume
incompleta, se acude bastante a las comparaciones o a los ejemplos
ilustrativos, filodidácticos.
Allá vamos.
Los hechos, las noticias, la indigestión: En una cultura
bastante determinada por los formatos de comunicación, se suele llamar “noticias”
a los hechos, desviación del lenguaje que prioriza a lo accesorio y ulterior en
detrimento de lo principal. No es una transposición nimia, menos en un país
sureño donde el debate sobre los medios es un eje político central.
Otro rasgo de la época (no del año en particular) es la
sobrevaloración del periodismo sobre otras actividades y de los periodistas
como personajes públicos. Los Tribunales concentran demasiada atención, los
comunicadores también, la “política” (otros planos de la política, si usted
prefiere) es desplazada a un segundo plano, indeseable pero (por eso) procurado
por muchos.
Confundir la famosa foto con la película es propiciado por
el modo de comunicación, por la abundancia de data. Estar “sobre informado”, en
ese sentido, es una manera extraña aunque habitual de quedar descolocado. En
ese ecosistema vivimos, no es tan accesible evadirlo.
Hagamos la prueba, anyway.
La invisible continuidad: La continuidad no es “noticia”,
concepto que exalta la ruptura, la sorpresa, lo nuevo. Son condiciones
relativas, más vale, pero exacerbadas cuando se las muestra.
Entremos en la Argentina: la continuidad es un elemento
importante, un logro en muchas facetas de la realidad. Los balances
convencionales la subestiman, ningunean o ignoran, tout court. La del sistema
democrático, para arrancar, que antecede y trasciende a los gobiernos
kirchneristas. Unica en la historia, se consolida y amplía su record semana a
semana, lo que no da para titular los diarios. El contexto, sin embargo, es
fundante.
En 2015 habrá elecciones nacionales y provinciales, ya
brotará alguna denuncia anticipatoria de fraude, pero todo indica que serán –en
abrumador promedio– como de costumbre: limpias, con amplia participación. Y que
los veredictos populares, que el sistema federal multiplica, serán claros y
accesibles a la interpretación. Habrá varias voces colectivas inteligibles: el
sujeto popular es menos errático y disperso que sus profetas.
También hay encomiables continuidades acentuadas o creadas
desde 2003. La política de derechos humanos, que es ejemplo en la región y en
el mundo. El hábito confunde, la sociedad se “acostumbra” a que aumente el
número de nietos recuperados. Sin embargo, los 116 nietos son posiblemente
únicos en el mundo. O, como mínimo, un fenómeno con escasos parangones. Un
triunfo de la lucha popular contra el terrorismo de Estado, de la legalidad
contra la violencia más perversa.
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El Congreso, lugar de debates y desplantes políticos |
El “mero” transcurso del tiempo y la voluntad política
apuntalan esas vigas de estructura. Pasibles, como todo, de ser mejoradas,
acrecentadas, emprolijadas son pilares para una sociedad mejor. Es un hecho
notorio, un “haber” en el balance, escatimado en los análisis, que no cuela
como noticia.
Continuidad con tropiezos: Volveremos sobre los aportes de
2014 en ese conjunto, pero tras echar una mirada en la coyuntura económica
social. En ese plano, fundante para cualquier sociedad democrática de masas, el
2014 registra un parate, que no comenzó el 1º de enero. No entramos en detalles
por lo acotado del espacio y del saber del escriba, pero es claro que hay un
amesetamiento preocupante de los indicadores respectivos. El “modelo” muestra
flaquezas, el marco internacional se complica. Fue un año de estancamiento
económico o de recesión, según los intérpretes. No se crearon puestos de trabajo
genuinos, algunos se perdieron, el empleo informal se mantiene elevado, como la
inflación.
El oficialismo a veces se distrae cuestionando las profecías
apocalípticas de las oposiciones fáctica y política. Es otro caso de razón
parcial que, usada en exceso, deviene distorsión. La inflación no llegó a los
niveles previstos por los gurúes de la city ni es creíble el “índice del
Congreso”, un dibujo como tantos. Pero la inflación es elevada, se sostiene así
desde hace años. Los más perjudicados son los estamentos débiles de la clase
trabajadora: los que changuean, los desocupados, el amplio sector que no
encuentra tutela en las paritarias.
El kirchnerismo no cree, en buena hora, en “la mano
invisible del mercado”. Una continua relectura de la variable realidad en once
años lo llevó a ser más estatista y más regulador, un acierto en sesgo. La
permanente atención al consumo extendido es un signo típico de los gobiernos
nacional-populares. Pero, tal vez, hay un imaginario expansivo que casi cree en
lo que un colega bautizó como “la mano invisible del consumo”. Tal vez faltó
planificación o hubo excesiva fascinación con varias herramientas, que son eso
y no objetivos. La industria local genera mano de obra, hay sectores que pagan
buenos salarios. Devastarla fue uno de los disparates conscientes de la
política noventista. Pero es muy deficitaria en divisas, muy costosa para el
conjunto social. Necesita una reformulación que la haga más eficiente, lo que
impone más intervención estatal. El sendero oficial es el adecuado, el parate
no.
El sistema impositivo mejoró mucho con las retenciones, el
crecimiento de la recaudación, una ampliación de la ciudadanía fiscal. Pero el
IVA sigue siendo regresivo, con tasa muy alta. La evasión es enorme, el trabajo
informal es el componente más perverso y disfuncional. Ampliaremos en un
próximo acápite.
La devaluación de principios de año causó las consecuencias
nocivas que están en el manual. La conducta feroz y desaprensiva del gran
capital jaqueó a la estabilidad política: ese núcleo destituyente existe y
opera. Hay langas consagrados que dictaminan que esos procederes son correctos
como defensa ante la falta de incentivos. Mienten y reinciden en conductas
antidemocráticas, que son su marca de fábrica. Las prácticas disolventes de las
corporaciones patronales no explican todas las dificultades actuales pero las
ahondan.
Evasión patronal: Llamar “trabajo en negro” al informal es
una perversión del lenguaje, por donde se la mire. El dialecto coloquial,
empero, es educativo: el subterfugio es una señal de dominación cultural y de
gambeta a la responsabilidad. El incumplimiento de las obligaciones
previsionales es evasión patronal, un delito de tremendas consecuencias
sociales, económicas y fiscales.
Incumplir las leyes laborales no es un rebusque admisible o
una eventual decisión del empleador. Es una inmoralidad amén de una burla al
compromiso comunitario.
Un largo tercio de los trabajadores con conchabo es
informal. El porcentaje está estancado desde hace años, no es el único pero sí
uno de los más afligentes. El Gobierno hizo mucho, lo primero fue disminuirlo
drásticamente en sus primeros años. También combatirlo con leyes y acciones
administrativas bien rumbeadas, aunque no siempre exitosas. El Ministerio de
Trabajo impulsó una ley digna, en línea con los cambios de la época. Acaso
llegó tarde o en mal momento económico.
Frente a un problema de primer nivel, el cronista es
consciente de la ausencia de recetas mágicas. Desde la subjetividad sugiere que
para ir bajando las marcas estáticas y dolorosas es forzoso que la batida
incluya otros participantes. El Estado solo no basta, he ahí un apotegma que
quizá no se exploró bastante en una etapa de potente protagonismo de lo
público. La sociedad civil debe ser inducida y arropada para movilizarse
acompañando reformas de “segunda generación”, ésta es una prioritaria, entre
muchas.
La participación de los sindicatos es ineludible y muy
difícil de convocar: la pereza de las más poderosas cúpulas gremiales, su falta
de activismo son clásicos. Descansan en el funcionamiento de la negociación
colectiva más sus tire y afloje con el Gobierno. Su libido y su inventiva son
improductivas en lo atinente a la desocupación, subocupación o informalidad. Su
pliego de demandas de fin de año, con el mínimo no imponible de Ganancias como
nave insignia, fue una suerte de confesión de impotencia o de estrechez de
mira.
Forman parte del problema, la mayoría de los jerarcas ni se
percatan. Es una desdicha porque son imprescindibles para buscar una ardua y
trabajosa solución.
Reactividad con desafíos: El establishment financiero creyó
haber dado jaque mate al Gobierno a principios de año. Ansió y buscó un
desenlace institucional perverso, que hubiera conspirado contra la continuidad
construida por la sociedad en su conjunto. El Gobierno supo defenderse panza
arriba, ponerse de pie. Zafó en el verano y a principios del invierno. Detuvo la
trepada del dólar, repechó el drenaje de las reservas. La capacidad de
respuesta del oficialismo es notable, bien distinta a la de gestiones
precedentes.
Las medidas contracíclicas abundaron en un año difícil. La
de mayor alcance, se insiste, es la nueva y generosa moratoria previsional que
levanta de la banquina a laburantes desamparados antaño por las crisis, la
desocupación galopante y la angurria patronal. El programa Progresar, el
despliegue del Pro.Cre.Ar son políticas focalizadas, de ardua implementación
que detectan bien sectores desprotegidos por las grandes líneas del “modelo”.
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La Casa Rosada, sede de la agenda política argentina |
El mundo es ancho y ajeno: Hay guerra entre Rusia y Ucrania,
en plena Europa. Malaria y política decepcionantes en otros países
primermundistas.
Los gobiernos de este Sur fueron sabios al apartarse del
consenso de Washington. La olímpica distracción del imperio tras el ataque a
las Torres Gemelas abrió una brecha de oportunidad bien aprovechada.
Hoy día, se socavan las ventajas comparativas. Los precios
de las materias primas bajan, el del petróleo se derrumba. El fin de año
encuentra a Estados Unidos recobrando potencial, los nuevos precios del
petróleo lo favorecen mucho, tanto que cuesta creer que no fueron motivados ex
profeso.
La región es zona de paz, un bien infrecuente, obra humana
por cierto. Queda feo asociar a los estudiantes desaparecidos en México con la
pertenencia al Nafta pero, quién le dice, seguramente hay vinculación entre
ambos hechos.
El futuro es desafiante para gobiernos que supieron leer y
capitalizar el contexto de su momento. Construyeron legitimidad y progresos,
con altibajos. Ahora topan con otra etapa, exigente por demás. Califican mejor
que sus adversarios para enfrentar las marejadas.
(Mario Wainfeld - Página 12)