La Justicia provincial dispuso penas de 33 años de prisión a
Brian Sprío, 32 años a Sergio Rodríguez, 30 a Daniel Delgado y 24 a Mauricio
Palavecino; por el asesinato de los adolescentes de Villa Moreno.
Masivo festejo de familiares, amigos y militantes sociales
que celebraron el histórico veredicto en el acampe frente a Tribunales. El
juicio por el triple crimen de Villa Moreno, el caso que puso en agenda la
violencia narco en Rosario y dejó en evidencia la complicidad policial, culminó
ayer con la lectura de la sentencia contra los acusados de asesinar a los
militantes sociales Jeremías “Jere” Trasante, de 17 años; Claudio “Mono”
Suárez, de 19; y Adrián “Patom” Rodríguez, de 20; en la madrugada del 1° de
enero de 2012, en una canchita de Villa Moreno.
“Por unanimidad y en nombre del Tribunal de Santa Fe,
primero se resuelve rechazar las solicitudes de nulidad de la defensa; condenar
a Sergio Rodríguez a la pena de 32 años de prisión; condenar a Brian Sprío a la
pena de 33 años de prisión, por considerarlo coautor y por tenencia de
estupefacientes; Daniel Delgado a 30 años, por tres hechos en concurso real,
homicidio agravado por el uso de arma de fuego y participación de un menor. Por
último Mauricio Palavecino, recibe la pena de 24 años de prisión”, leyó el
Tribunal integrado por los jueces Gustavo Salvador, Ismael Manfrín y José Luis
Mascali, en lo que se considera un fallo histórico.
En el frente de Tribunales, compañeros y familiares de las
víctimas mantuvieron un acampe desde el inicio del juicio, el pasado 12 de
noviembre. Desde el Movimiento 26 de Junio, donde militaban los jóvenes
asesinados manifestaron la “satisfacción por no haber bajado los brazos, por
haber esquivado el circular e interminable camino de la venganza, de la
violencia, y entender que el camino de la Justicia, de esta Justicia, es con
lucha o no es”.
En la última audiencia los abogados de los acusados
plantearon la nulidad de los testimonios durante la instrucción y, en
consecuencia, de la requisitoria de elevación a juicio. En tres semanas de
debate desfilaron frente al tribunal unos 70 testigos. La Fiscalía aportó
pericias balísticas, filmaciones y una selección de los más de 500 CDs y 340
casetes con escuchas telefónicas a los acusados. Con estos elementos los
fiscales y las querellas consideraron probado que el ‘Quemado’ junto con
‘Teletubi’, ‘Pescadito’, ‘Chupín’ y un joven de 17 años fueron el 1° de enero
de 2012 a la canchita de Villa Moreno para vengar un ataque al hijo del
‘Quemado’, que convalecía en el hospital.
ATAQUE HOMICIDA
En la canchita no estaban los que habían baleado al
‘Quemadito’. Sentados detrás del arco, ‘Jere’, ‘Mono’, ‘Patom’ y el ‘Moki’
tomaban una sidra. Los acusados “conformaban una banda consolidada, tenían
disponibilidad económica, armas de fuego y experiencia previa en ataques
similares. En menos de una hora organizaron y ejecutaron el ataque. Los mataron
con una ametralladora y pistolas nueve milímetros”, explicó la abogada
querellante Jessica Venturi. El ‘Moki’ fue el único sobreviviente. Alcanzó a
correr y se escondió en una zanja.
En los alegatos de clausura, la querella compuesta por
Federico Garat y Venturi sostuvo que el triple crimen no fue aislado o casual,
sino que debe verse en el marco de enfrentamiento recíproco de bandas. Hubo
modalidad homicida, un despliegue organizado, efectuado con rapidez, con
recursos económicos, vehículos y armas disponibles en un breve lapso de tiempo.
Agregó que se infundió terror en el lugar que derivó en obstáculos a la investigación
y se mostró una violencia inusitada. Afirmó que se trata de una disputa
territorial vinculada al narcotráfico, donde el entorno de las víctimas debió
desagraviar sus nombres. Se refirió a la cantidad de balas que recibieron los
jóvenes asesinados y la corta distancia con la que fueron atacados y el vínculo
de los acusados, especialmente el ‘Quemado’, con el personal policial.
TRAS EL FALLO, LA
PALABRA DE LOS FAMILIARES
Eduardo Trasante, el papá de Jeremías, una de las víctimas
del triple crimen de Villa Moreno, felicitó el fallo de los jueces Gustavo
Salvador, José Luis Mascali e Ismael Manfrín que dictó máximas condenas a todos
los imputados.
“Estamos conformes”, señaló Trasante, quien por primera vez
en 36 largos meses de lucha se quebró públicamente con lágrimas, al oír la
lectura de las condenas.
“Estas personas tienen un alto compromiso con el
narcotráfico, la muerte de nuestros hijos tuvo que ver con una pelea por el
territorio. Detrás de este dictamen van a haber muchos otros juicios que
seguirán a Rodríguez y su banda”, evaluó Trasante.
“Ahora sé que mi hijo va a descansar en paz junto con el
‘Jere’ y el ‘Patóm’”, dijo por su parte Lita Gómez, mamá de Claudio ‘Mono’
Suárez que escuchó las sentencias en la carpa que el Frente Darío Santillán
emplazó a las puertas del palacio tribunalicio desde el inicio del juicio, el
12 de noviembre. En la plaza del Foro, compañeros de militancia, amigos y
familiares de ‘Jere’, ‘Patóm’ y ‘Mono’ se fundían en sentidos abrazos y no
ocultaban las lágrimas por un fallo largamente esperado durante 3 años.
Pedro Salinas, del Frente Popular Darío Santillán, agrupación
donde militaban las víctimas, dijo con los ojos empapados que valoró el mensaje
de los jueces: “Pudimos llegar a las penas que creíamos necesarias, me parece
que el mensaje es el mejor y el más necesario para la ciudad en la que sigue
habiendo pibes muertos en el entorno periférico, al menos una vez la Justicia
estuvo a la altura de las circunstancias”, concluyó.
En Tribunales, el ‘Quemado’ apareció en 2001: una causa de
enero por abuso de armas y otra de noviembre por un intento de robo a mano
armada y lesiones. Cuando el narcotráfico empezó a consolidarse en la periferia
rosarina -de la mano de viejos ladrones devenidos en transas y policías
cómplices- entendió que el negocio de las drogas era mucho más rentable.
El ‘Quemado’ extendió su poder en barrio Alvear y las villas
La Lata y Moreno. Con su hijo Maximiliano, alias el ‘Quemadito’, y Daniel
‘Teletubi’ Delgado manejaban al menos cinco búnkers. El crecimiento estuvo
ligado a dos factores: los acuerdos con la policía y el apoyo de Los Monos, la
banda que controlaba a sangre y fuego la venta de drogas en la zona sur de
Rosario.