La compañera del presidente Pepe Mujica, ex guerrillera y ex
prisionera política de la dictadura, fue reelecta como senadora y subraya la
importancia de los procesos regionales de integración y la relación con
Argentina.
Por Mercedes López San Miguel (Desde Montevideo)
Lucía Topolansky, primera dama uruguaya, senadora reelecta,
nos recibe en una casona reciclada en donde funciona la sede del
Movimiento de Participación Popular (MPP), ubicada en la calle Mercedes al
1300, en pleno centro de la ciudad. Esta mujer de 70 años, de una energía
admirable, ex guerrillera, compañera de vida de José “Pepe Mujica”, reflexiona
sobre las izquierdas latinoamericanas, la relación con Argentina, el peronismo
y la figura de Máximo Kirchner. Su nombre suena como probable ministra de
Vivienda.
¿Cuál es su balance sobre la relación con Argentina?
–Yo creo que hay que conocer la historia latinoamericana
para entender las relaciones de nuestros países. Si miramos la historia
nacional argentina y la uruguaya vemos que hay muchos momentos de
entrelazamiento, tenemos un pasado en común muy fuerte. Tengo un libro enorme
que me lo regaló una señora argentina, que se llama Familias del Río de la
Plata, y que retrata a las personas que pertenecen a los dos lados. La familia
de mi madre es una de esas familias, fundacionales, que se desarrolló entre
Argentina y Uruguay. La familia de mi madre desciende de un hermano de Cornelio
Saavedra. Nos identifica una manera de hablar, el tango, no voy a entrar en la
discusión de Gardel, porque es inútil (se ríe). Hay una cierta idiosincrasia.
Somos como un pariente desagradecido con Argentina, porque sentimos que los
argentinos nos quieren en pila y nosotros no correspondemos igual, capaz que
porque somos chicos. A los argentinos les gusta venir a Uruguay, para pasar las
vacaciones o cuando se jubilan. En lo político hay fenómenos muy distintos.
Creo que el peronismo es una impronta muy particular de Argentina, y si no se
entiende el peronismo, no se entiende un fenómeno de mucha trascendencia. He
leído muchísimo sobre el peronismo, y leí todos los discursos de Eva Perón,
porque una cosa que visualizo cada vez que voy a Argentina es que si entras en
un sindicato u organización social lo primero que ves es el retrato de Evita,
no el de Juan Domingo. Esos discursos tienen unos contenidos muy interesantes
en relación a la dignidad del pueblo y de los derechos, fundamentalmente. En
los años en los que estuve presa cayeron dos muchachas que eran montoneras, Ana
Luisa y Raquelita. Discutíamos de política. El gran temor nuestro era que las
extraditaran, porque las iban a matar en Argentina. Así que los familiares
consiguieron el amparo a través de la embajada sueca. El día que se iban en
libertad, le cantamos la marcha peronista. Me acuerdo de las caritas de ellas.
Sanguinetti dice que el Frente Amplio se está peronizando...
–Hay toda una prédica de la oposición de caracterizar al
peronismo como populismo, a Bachelet como populista, a Evo, a Dilma. Si
analizas, el concepto populismo es igual a distribución. Las derechas vienen
perdiendo en el continente. Yo me defino como una mujer de izquierda que busca
el socialismo. Ahora bien, el socialismo puede querer decir muchas cosas. La
izquierda latinoamericana tiene un debe, porque le falta teorización, meterle
contenidos a estos procesos y al concepto de populismo. Volví a leer a Rosa
Luxemburgo, y para mí es el pensamiento más vigente. En América latina es
difícil opinar sobre Cuba, porque el país está aislado con el embargo. Lo salvó
que se diera este proceso de la región, que surgieran países amigos, bloques
como la Celac. Lo más fuerte fue cuando Raúl Castro recibe la presidencia de la
Celac, que se la entrega Sebastián Piñera, esa foto 15 años atrás no era
posible. El brasileño Frei Betto da la mejor definición en una frase sobre lo
que está pasando en Latinoamérica: “Ahora la gente elige presidentes con cara
de gente”. En ese concierto surgieron liderazgos: Lula, Chávez, Evo, Cristina.
Fueron distintos los dos períodos del kirchnerismo, porque Néstor y Cristina eran
dos personalidades bien diferentes. Cada persona le pone una impronta personal.
Hace poco me preguntaron quién seguiría después de Cristina y yo le dije que
veía una cantidad de personas que podían ser, pero que había una figura que me
había llamado la atención, porque en la televisión vi un estadio repleto de
gente y estaba dando un discurso el hijo de Cristina, Máximo, y me impresionó
muchísimo. Vi un muchacho con una enorme serenidad, y muy profundo en el
pensamiento. Digo, acá tienen un valorazo, pero distinto a la madre y el padre.
A nosotros nos importa mucho lo que pasa en Argentina y en Brasil, porque nos
determinan mucho ambos países. Somos partidarios del Mercosur, a pesar de las
dificultades que ha tenido, porque entendemos que en un mundo que se está
moviendo en bloques hay que tener uno propio, nos alegra que Bolivia esté casi
por ingresar, también apoyamos a Unasur, Celac, el Banco del Sur, que han
corrido un poco el papel de la OEA, un organismo internacional donde manda uno
y los demás obedecen.
Se refiere a Estados Unidos
–Sí, pero con Canadá, porque siempre tiene aliados, nunca
aparece votando solo. Para nosotros, no es lo mismo ir a pelear al exterior un
asunto al lado de Brasil y Argentina que yendo solos.
Danilo Astori, próximo ministro de Economía, plantea flexibilizar el
Mercosur
–Tenemos que profundizar y desarrollar el Mercosur. Hace
mucho que somos observadores del ALBA y ahora los somos del Tratado del
Pacífico, porque no podemos negar nada, estamos peleando en el Mercosur un acuerdo
de libre comercio con la Unión Europea, y están todos los países sudamericanos
listos, y falta la Unión Europea, que no resiste al lobby de la agricultura
francesa. En el Mercosur está el rodeo ganadero más grande de la tierra, y la
producción de granos más grande de la tierra. Brasil pertenece a los Brics, y
nos invitó a la reunión de ese bloque. Hay un peligro enorme de esquematizar,
uno tiene que tener la cabeza abierta. Cuando arrancó el Mercosur el sector al
que pertenezco (MPP) fue el único que votó en contra, porque lo veíamos como un
pacto comercial, y no de integración. Estaban Lacalle, Menem, Collor de Mello y
Rodríguez, no era muy presentable desde el punto de vista ideológico. Después
nos dimos cuenta de que desde ese primer escalón se podía llegar a mucho más.
La lucha que tenemos con la oposición, porque quiere desarmar al Mercosur, es
porque se niegan a la transformación que el bloque pueda tener. Cuando tenemos
algunos inconvenientes, por ejemplo, con Argentina, lo achacan al Mercosur.
La oposición trata de tibio al gobierno uruguayo cuando dialoga con
Argentina.
–Te dicen que hay que dar un portazo. Nosotros entendemos
que el camino es el diálogo infinito. Todo se arregla dialogando, sobre todo
con los países de América latina. Leen La Nación y Clarín y no entienden la
lógica argentina. Recuerdo bien el día que murió Néstor Kirchner y Pepe invitó
a subirse al avión a una delegación de los cuatro partidos (frenteamplistas,
blancos, colorados e independientes) para ir al sepelio. Fue una situación
impresionante, vi desfilar todo tipo de gente, de diversa condición social,
viejos, jóvenes y medianos: en política son cosas que hay que mirar. Si se para
un chiquilín frente al féretro y dice: “Gracias por haberme enseñado a militar”
es fortísimo. Lo oí en varios. Pasaban trabajadores, gente de la cultura. Acá,
los diarios que responden a la oposición decían que el kirchnerismo perdía las
elecciones, y nos dimos cuenta que iba a ganar y mejor. Esa discrepancia la
vamos a tener siempre. Lacalle padre cuando estuvo de presidente junto con
Menem quisieron entrar en la onda de privatizar todo lo público. Acá por suerte
se realizaron los plebiscitos que tiraron abajo las leyes privatizadoras de
todos los servicios (luz, comunicación, agua). Como perdieron, pasaron a
criticar a las empresas por ineficientes. Hoy son empresas de punta. La mitad
del movimiento bancario está en manos públicas, entre el banco de la república,
el banco hipotecario, el banco seguro del Estado, el banco de previsión social.
Después de la crisis en la que tocamos fondo se arreglaron las normas de
control de la banca privada. Nuestras madres siempre nos predicaron: “Ahorrá en
el banco república”, era como la gran garantía. El Estado siempre va a estar.
Ahora, los bancos públicos están saneados, y pudimos sacar una ley que modificó
la Carta Orgánica del banco de la república para que el 30 por ciento de la
ganancia vaya al Fondes, un fondo de desarrollo para empresas autogestionadas.
¿Cómo encararán el déficit habitacional?