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El diario La Nación le dio relevancia a la revolución cubana |
El 1º de enero de 1959 triunfaba en Cuba la revolución
liderada por Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista. Así contó
el diario La Nación, de Argentina, el 2 de enero de 1959 la repercusión de la noticia en
Argentina.
LARGA LUCHA DE GUEVARA
Un periodista cubano, Jorge Quintana, le recordó hace tres
meses al presidente de la Nación, Dr. Frondizi, la intervención de un argentino
–Miralla- en la lucha por la independencia cubana. El diálogo de ambos,
mantenido mientras transitaban por senderos de la residencia de Olivos, cobra
hoy renovada actualidad. Quintana mencionó a Miralla, para hablar luego del
“Che” Guevara, el nuevo argentino que luchó en Cuba por la causa de la
libertad.
Miralla es hoy más conocido por los cubanos que por
nosotros; con Guevara sucede otro tanto. Goza en la isla de un prestigio
merecido, de una popularidad en la que se traduce la gratitud de un pueblo.
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Ernesto Che Guevara |
LA REPERCUSIÓN DE LOS
SUCESOS EN BUENOS AIRES
En la Avenida de Mayo al 1300, frente al vespertino
“Crítica”, se reunió denso gentío que, con declamaciones de adhesión a Fidel
Casto y al “Che” Guevara, al movimiento libertador cubano, y simplemente a la
libertad, ocuparon la calzada y obligaron a la desviación del tránsito
automotor por las calles adyacentes.
Desde el balcón del primer piso del vespertino, ornado con
banderas argentinas y una enseña cubana, hablaron el doctor Valdés Miranda y
Lisi Guera, del movimiento 26 de Julio; el nuevo embajador cubano en nuestro
país, Sr. Jorge Beruff Jiménez; el Señor Benjamín De Yure, también del
movimiento; el padre del combatiente Ernesto Guevara Lynch; el director de
“Crítica”, doctor Santiago Nudelman, y el diputado nacional por la Unión Cívica
Radical del Pueblo, Manuel Belnicoff.
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Un joven Fidel Castro |
El Sr. Belnicoff se refirió luego a la dictadura de Franco y
a la que padecimos en nuestro país hasta 1955, y tras hablar de la personalidad
de Fidel Castro, dijo que “cuando algún día en las generaciones futuras se
pretenda dar la exacta definición del miedo, se dirá: el miedo es un dictador;
porque los dictadores, cuando la fuerza los respalda, son valientes y castigan
a los pueblos; pero cuando los pueblos se rebelan, los dictadores sólo conocen
una actitud: huir. ¡América para la libertad –exclamó-, pare el cielo; los dictadores
para la tierra, para la muerte!”. Transmitió la adhesión hacia el pueblo cubano
de su partido y finalizó con un “brindis cívico por la civilidad de América,
por la caída de Trujillo, de Stroessner, de Somoza, de Franco, y porque
retornen a nuestro país todas las libertades, sin presos políticos ni
gremiales”.
Terminadas estas palabras, y las advertencias pacifistas
transmitidas por los altavoces, emprendió la marcha por Avenida de Mayo hacia
el Oeste una columna que dobló por Callao y se dirigió por Santa Fe hacia la
embajada de Cuba. La acompañaban algunos vehículos embanderados con nuestra
enseña y con la que ha reconquistado su libertad, y se veían abundantes
distintivos con el número 26, que estaba también estampados en la puerta de un
pequeño automóvil. Los estribillos se repetían a lo largo de la marcha: se
entonaban estrofas de la Marcha de la Libertad y un clarín hacía oír su voz de
aliento. Desde los balcones se recibían múltiples muestras de apoyo.
Una enorme cantidad
de público se congregó frente a la embajada de Cuba anoche a las 22. Los
núcleos que se sumaron constantemente a la manifestación, entre ellos el
formado en la Avenida de Mayo, interrumpieron el tránsito y formaron una masa
compacta que iba de acera a acera, casi a lo largo de toda la cuadra.
En el local de la embajada también se habían congregado los
simpatizantes del Movimiento 26 de Julio, y allí se veían las caras conocidas
de los jóvenes cubanos que llegaron a nuestro país, perseguidos por su acción
revolucionaria, mezcladas con las de los que aquí fueron desde un comienzo sus
amigos y moralmente sus aliados de lucha. También estaban aquéllos que de una
manera o de otra tienen un vínculo de afecto y de sangre con los nombres que
protagonizaron la gloriosa jornada que se celebraba, y disputaban la atención
de los cronistas la presencia de los parientes de los hombres cuyos nombres
registra hoy la crónica, con el carácter de héroes de la recuperada libertad
cubana. Así, se destacaba entre ellos la presencia de un septuagenario tío de
Fidel Castro, que reside en nuestro país desde 1913 y no conoce a su sobrino,
no obstante lo cual sumaba a la emoción que todos tenían el inocultable y
legítimo orgullo de ese vínculo.
A las 22.15, el público que estaba aglomerado en la calle
entonó la Marcha de la Libertad, y luego el Sr. Luis Conte Agüero dirigió la
palabra desde los balcones de la embajada. Señaló que cuando se había convocado
a esta reunión pública se creyó que ella iba a congregar a un grupo de
espíritus privilegiados que se regocijan en la libertad, pero que esto había
sido superado por la presencia de un pueblo, que demuestra en sus expresiones
que por algo sobre el suelo alumbró la figura inmortal de San Martín. A
propósito de ello, hizo un paralelo de los permanentes ideales que hermanan a Cuba
y a la Argentina, encarnados en las figuras de sus libertadores y unió a la
alusión del nombre de Martí y de San Martín, la de Castro y Guevara.
Al referirse a los sucesos registrados ayer, dijo: “El
embajador del gobierno, con su actitud se convirtió en el embajador de Cuba y
al renunciar a sus fueros oficiales, se invistió de los fueros morales de la
representación del pueblo cubano, anticipando con ello la jornada de la entrega
del poder a la victoriosa revolución. Esto no es extraño que haya ocurrido,
porque hay tierras y hay pueblos que mueven a los hombres a estas
determinaciones, y el escenario y el espíritu de la Argentina se ha hecho
sentir en la actitud del doctor Espinosa Bravo”.
Finalmente manifestó su gratitud hacia la adhesión del
pueblo argentino y, recordando palabras de Martí, dijo que nuestro pueblo, como
el de Cuba, lleva en sí la paloma de la bondad y la estrella de la libertad.
A las 22.45 se anunció la presencia de los padres de Ernesto
Guevara, quienes fueron recibidos, cuando se asomaron al balcón, por una gran
manifestación de afecto, a la que ponían una nota de particular colorido el
flamear de los pañuelos iluminados por los reflectores de la televisión. El
ingeniero Guevara Lynch transmitió un saludo de su hijo “en este momento que
señala un triunfo de la democracia de América”. La madre consignó su emoción y
alegría de argentina, hermanándose al sentimiento de los cubanos.
Luego habló el diputado de la UCR del Pueblo Sr. Armando
Verdaguer. Señaló que “aquí también se luchará siempre para que impere la
libertad”. Aludiendo a su situación dijo: “Algunos lo harán con dignidad desde
el Parlamento, pero yo prefiero sumarme a ustedes”. Después de las palabras del
aludido legislador habló el señor Jorge Valdéz Miranda, del Movimiento 26 de
Julio. En su alocución vivó a la revolución, el triunfo de Fidel Castro y la
decisión y coraje de Guevara, y señaló que el movimiento revolucionario de Cuba
no hará transacciones para llegar al poder, por cuento los procedentes
históricos de Latinoamérica indican que ese camino lleva frecuentemente a las
frustraciones de los ideales populares. “Habríamos preferido no llegar al poder
–subrayó- antes que no llegar bien”.
Como un homenaje hacia los que han caído en la lucha de Cuba
y en todas las luchas por las reivindicaciones de la libertad en suelo
americano, solicitó un instante de silencio, al que adhirió al público.
Al destacar la identificación con los que aún sufren el
dolor de las tiranías, formuló su voto para que muy pronto, como en nuestro
himno, puedan repetir: ¡Libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
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La bandera de Cuba con los rostros de Fidel y el Che |
Finalmente, volvió a hablar el Dr. Conte Agüero, para
despedirse del pueblo argentino, destacando que cuando regresen a su patria los
hombres de la revolución cubana encontrarán en el recuerdo de esta manifestación
jubilosa del pueblo argentino el aliciente necesario para superar las
vacilaciones y cumplir su misión.
(Felipe Pigna - El Historiador - Fuente: Diario La Nación, viernes 2 de enero de 1959)