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El análisis de Sandra Russo sobre el caso Nisman |
La periodista Sandra Russo observa, en su columna de opinión publicada hoy en Página 12, el comportamiento de los referentes políticos tratando de sacar un provecho electoral con el caso Nisman.
Por Sandra Russo
Desde que el fiscal Alberto Nisman presentó la semana pasada
su dislocada denuncia por encubrimiento del atentado terrorista de la AMIA
contra la presidenta de la Nación y un ramillete de dirigentes entre los que
incluía al líder de Quebracho –por dar una idea de los alfileres que sostenían
semejante acusación en un mes de feria y en un año electoral–, dio algunas
entrevistas a periodistas de medios opositores en las que enfatizó un núcleo de
esa denuncia: el Memorándum de Entendimiento con Irán había sido impulsado para
vender granos y comprar petróleo. A cambio, se iban a bajar los alertas rojas
de Interpol sobre los imputados iraníes. “Lo sostengo y no tengo ninguna duda”,
declaró en TN. En la vida real no sucedió ni una cosa, ni la otra, ni la otra.
Pero se sabe que en TN quieren preguntar pero no repreguntar. Interpol aportó
el sábado la prueba irrefutable de que no fue ésa la intención del gobierno
argentino, y sigue sonando más verosímil para muchos –incluidos algunos
familiares de las 85 víctimas del atentado– que de lo que se trataba era de
mover de algún modo una causa que en nueve años Nisman no había podido hacer
progresar. La admisión de esto presupone, de paso, que el trabajo de Nisman no
prosperó nunca. La causa original estaba completamente detenida, mientras la
causa por encubrimiento, en la que no hace falta extraditar a nadie ni firmar
ningún acuerdo con otro país, duerme su largo e inexplicable sueño de los
injustos: el Poder Judicial no logra constituir un tribunal que se haga cargo
de ella.
El gobierno argentino le pidió a Interpol todo lo contrario
de lo que aseguraba Nisman e hizo explícito que cualquier decisión al respecto
iba a corresponderle, llegado el caso, al juez de la causa, Canicoba Corral. En
un país “serio”, esa información confirmada oficialmente por Interpol y al
mismo tiempo ese dato duro –no hubo ni granos ni petróleo a cambio, porque no
fue una transacción– le hubiera planteado al fiscal al menos algunas sólidas
repreguntas, ya que la denuncia formulada era decididamente grave y
visiblemente aventurera.
No es momento para especular si se mató y por qué se mató
Nisman, e incluso por recato y por respeto a sus familiares, tampoco es momento
para adjetivar su trabajo de nueve años al frente de una unidad especial que no
produjo avances, aunque sí resulta inevitable una ligera revulsión cuando ayer
se escuchaba al rabino Bergman hablar de Nisman como de “un referente de la
Justicia independiente” que requiere el país, cuando es público que su trabajo
era conocido primero por Servicios de Inteligencia extranjeros que por el juez
de la causa. Eso no suena ni refleja ningún tipo de independencia.
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La puesta en escena que hizo ayer Mauricio Macri |
Más allá de esta causa y este caso, espectaculares y
dramáticos por donde se los mire, ésa es claramente la apuesta opositora,
mediática y política: la confusión de los ciudadanos a través de un relato que
tejen ellos mismos con sus propias denuncias, con o sin elementos, con o sin
algún tipo de prurito por la verdad. Así se vienen desarrollando todos los
golpes o los intentos de golpes blandos en la región. Manuel Zelaya nunca llamó
a una reforma constitucional en Honduras, pero la Corte Suprema de ese país
dijo que sí, la prensa se hizo eco de la confusión y lo voltearon. A Rafael
Correa, en Ecuador, quisieron derrocarlo los policías que habían sido en su
momento mal informados –esto es, confundidos– sobre una ley del Ejecutivo que
los involucraba. A Fernando Lugo, en Paraguay, le armaron una masacre que nunca
fue aclarada, el Congreso le hizo un juicio sumario trucho sin esperar ni
conocer la verdad de los hechos, y lo echaron de la presidencia. En todos los
casos de golpe blando hay confusión, y en todos los casos después de esos
golpes, los respectivos países cambian su alineamiento y se integran a la
Alianza del Pacífico. Hay una bola que se echa a rodar, hechos presuntos que se
dan por ciertos, canallas que editorializan sobre sucesos que nunca ocurrieron,
en fin, pura impotencia electoral y mala entraña humana.
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El operativo policial en el domicilio de Nisman |