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Rodolfo Walsh se adelantó a Capote en la "No Ficcion" |
Hoy que se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de
Rodolfo Walsh, exploramos sobre los borrosos límites entre la realidad y la
ficción, el "nuevo periodismo" del cual nuestro escritor se adelantó
algunos años a Truman Capote.
En esta nueva manera de concebir la narración periodística,
se avanza sobre lo que tradicionalmente eran los cánones que presuponían una
"objetividad de los hechos". Aquí el narrador construye en su relato
apostando, claro está, a la persuasión pero sabiéndose consciente de que
existen tantas realidades como cronistas haya de cada acontecimiento.
En 1980, Janet Cook, reportera del Washington Post escribió
un relato conmovedor en el que contaba la experiencia de un niño de un barrio
pobre de los Estados Unidos que se inyectaba heroína con el aval de su madre.
La historia fue publicada en la primera plana del diario y se hizo merecedora
al premio Pulitzer. No obstante, cuando Cook confesó que el niño había sido
inventado, pero que “representaba a muchos que se encuentran en la misma
situación” fue obligada a devolver el premio. El caso despertó una polémica que
se había disparado en el mismo país a mediados de la década del ‘60 cuando Truman
Capote publicara A Sangre Fría, un relato que, con recursos narrativos
asimilados tradicionalmente a la literatura de ficción, hacía referencia a un
caso real. Este tipo de género –que luego fuera reconocido como literatura de
no ficción- no fue inaugurado, sin embargo por Capote. Ya en 1957, aunque sin
polémica, nuestro Rodolfo Walsh ya había incursionado en él con su obra
Operación Masacre.
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Walsh dejó testimonio con su Carta Abierta a la Junta Militar |
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Walsh, un investigador periodístico |
La verdad en el periodismo narrativo no es concebida, a
diferencia del periodismo tradicional, como la verdad absoluta sobre los
hechos. Se trata más bien de una verdad de otro orden: de aquella que el
narrador construye en su relato apostando, claro está, a la persuasión pero
sabiéndose consciente (y haciendo saber también) de que existen tantas
realidades como cronistas haya de cada acontecimiento. La preocupación por la
forma, el estilo, la belleza y la profundidad de la prosa que la literatura
concede al Nuevo Periodismo enriquece sus textos, distanciándolos del estilo
opaco y monótono que caracteriza a la escritura del periodismo convencional.
Además, la ficción, como en el caso del controvertido relato de Jane Cook, la
metáfora y la alegría o el simbolismo son elementos que el periodismo toma de
la literatura y que muchas veces pueden expresar mejor una realidad que
cualquier descripción puntual de los acontecimientos.
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Rodolfo Walsh intersectó la literatura con el periodismo |
Así como Paz, también Ernest
Hemingway, Gabriel García Márquez, Tom Wolf, Norman Mailer y, obviamente,
Truman Capote sólo por citar algunos, comprendieron los beneficios y la
necesidad de este enlace entre periodismo y literatura. En el caso argentino,
periodistas como Rodolfo Walsh, Osvaldo Soriano, Roberto Cossa y Horacio
Verbitsky, entre otros, también supieron atravesar aquella barrera que separaba
lo periodístico de lo literario. Seguramente porque lo que el periodismo
convencional tenía para ofrecerles les parecía demasiado pobre, porque la
elegancia y la belleza de la palabra se les antojaban imprescindibles y porque
supieron entender a tiempo , como también lo entendió Tomás Eloy Martínez,
aquello de que “el periodista no es un
agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera
polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a
través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las
tensiones secretas de la misma y comprender el por qué, el para qué y el cómo
de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez”.