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¿Quién se acuerda de Ismael Sosa? |
Conocí a
Ismael allá por los años 2009/2010 (no soy muy bueno con las fechas). En ese
momento tocaba con Javier, su cuñado (un gran bajista del cual me distancié,
unos años más tarde, por cuestiones personales). Charlamos en varias
oportunidades y hasta nos hemos tomado alguna cerveza mientras charlamos de
rocanrol. Le gustaban Los Gardelitos y La Renga. Un pibe como cualquiera.
Vivía en
Libertad y solía ir muy seguido para la casa de Javi, sobre todo a la tarde, en
ese momento en el que el sol pega lo suficiente como para aplacarlo con una
"fresca". No fuimos amigos, fue una relación circunstancial y mediada
la que mantuvimos y, sin embargo, esto no evita la sorpresa que me despertó la
noticia, la bronca, y la sensación de impotencia. Cuando vi su foto en las
redes sociales su cara me remitió a algún conocido. Suele pasar, cuando uno es
habitué de ciertos ambientes, cuando uno se relaciona en ciertos entornos,
conoce mucha más gente de la que puede recordar y es difícil que pueda
identificarla.
Mi duda permaneció
conmigo hasta ayer, cuando charlaba con un amigo sobre el hecho, y me dijo que
quién había muerto era, sin más, que el “cuñado de Javi”. Las fuerzas de
(in)seguridad, una vez más - parece - llevaron adelante, de manera natural, el
plan que, consciente o inconscientemente, el sistema tiene para los pibes
humildes (como lo hizo con Walter, Luciano y Rubén).
Sin embargo,
paradójicamente, nadie "es" Ismael. Todos dijeron "ser"
Nisman, todos, hipócritamente, fueron Charlie Hebdo (claro, el pensamiento dominante
es eficaz, efectista, tuitero). Pero, al día de hoy, todavía no vemos miles de
hashtag que marquen tendencia mundial pidiendo justicia por un pibe muerto, de
barrio, negro, y del palo del rock and roll. Obviamente, la autoconciencia
pacata es selectiva, no "confunde".
Las
limitaciones del actual proceso político sin duda son muchas. Sin embargo, su
valor reside en lograr poner en el centro de la escena los principales debates
que las sociedades contemporáneas deben dar (vemos hoy como Podemos y Syriza
toman rumbos similares a los latinoamericanos). Lo que logra el espíritu de
este tiempo es generar discusiones "hacia adentro", incluso, del
mismo espacio político. Porque una construcción real rebasa los límites de sus
propias imposibilidades, y crea lo nuevo.
Lo que
necesitamos, para que no haya más Ismael, ni Luciano, ni Rubén, es profundizar
un camino de transformación política, que cuestione los fundamentos y los
supuestos básicos sobre los que se estructura la sociedad argentina. La batalla
es cultural, ideológica, política, económica, y por la búsqueda de justicia
(justicia social, justicia legal). No podemos permitir retrocesos de estas
características, que nos hablan de una lógica perimida, retrógrada,
reaccionaria. Es en estos acontecimientos donde esa vieja frase de Gramsci toma
su radical potencia: "lo viejo no termina de morir, y lo nuevo no termina
de nacer".
¿CRIMEN O ACCIDENTE?
¿CRIMEN O ACCIDENTE?
La noticia policial indica que la Justicia
investiga si fue un accidente o un crimen la muerte de Ismael Sosa, el joven de
24 años de la provincia de Buenos Aires que había viajado a Córdoba para asistir
el sábado a un recital de La Renga y que apareció ahogado en el lago de Embalse
Río Tercero. Ismael había viajado con su novia a Villa Rumipal, distante unos 113 kilómetros al
sudoeste de la ciudad de Córdoba, desde la localidad de Libertad, en el partido
bonaerense de Merlo, para asistir al recital de La Renga al que acudieron más
de 45 mil personas. Según relató su madre, Nancy Sosa, el joven desapareció
"antes de entrar al recital cuando pasaron el primer control".
"La novia iba por delante, él por atrás. Cuando se da vuelta para llamarlo
ya no estaba más. Lo empezaron a buscar antes de entrar y no lo encontraron
más, no alcanzó a entrar al predio donde era el recital", contó.