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Dagmar Hagelin, la sueca asesinada por la dictadura |
Las carpetas desclasificadas contienen la documentación
–informes, cartas, telegramas– que se cruzaron los gobiernos de la Argentina y Suecia
durante la dictadura por el caso Dagmar Hagelin.
Por Ailín Bullentini
Ragnar Hagelin buscó mucho a su hija, Dagmar, quien
desapareció en la Argentina en enero de 1977. Solo, primero. Luego, a través
de las instituciones diplomáticas de su país de origen, Suecia. Así consta en
dos expedientes que fueron recientemente desclasificados por la Cancillería
argentina y que contienen informes, notas, cartas, telegramas, resúmenes y
reseñas en los que altos funcionarios suecos –ministerios de Relaciones
Exteriores e incluso el presidente de aquel país entonces reclamaban a la
Argentina por información sobre el paradero de la joven y las autoridades de
facto argentinas y los jueces que intervinieron en la investigación sobre lo
ocurrido negaron los hechos.
“El gobierno argentino sabe quiénes son los responsables de
la detención de Dagmar Hagelin y de su posterior destino. Sin embargo, prefiere
hacer caso omiso del asunto y negar que lo conoce. Esto es indigno e
inaceptable.” La sentencia pertenece a quien fue el primer ministro sueco
Thorbjorn Falldin; fue emitida en diciembre de 1979. Llegó vía correo epistolar
a quien era dirigida, el entonces presidente de facto argentino Jorge Rafael
Videla. Para entonces, Suecia se había hartado de las evasivas de la dictadura
militar nacional ante sus consultas y pedidos insistentes por el
esclarecimiento del hecho.
La “suequita” cayó en manos del grupo de tareas 3.3.2. de la
Armada el mediodía del 26 de enero de 1977 en El Palomar, provincia de Buenos
Aires. Estaba llegando a la casa de Norma Burgos, su amiga, cuando miembros de
la patota dirigida por el genocida Alfredo Astiz la hirieron a tiros, la
encerraron en el baúl de un auto y se la llevaron. Los hechos fueron
reconstruidos por vecinos y sobrevivientes, incluida Burgos, que por entonces
era la compañera de Carlos Caride, dirigente de Montoneros. Los testimonios la
ubicaron con vida en la ex ESMA, en donde habría permanecido unos diez días y
luego en las filas de de-saparecidos que los torturadores de la última
dictadura cívico-militar argentina subían a aviones para arrojarlos al mar o al
Río de la Plata. Ragnar Hagelin buscó a su hija desde aquel mediodía. Fue a la
comisaría de Morón y allí supo que el secuestro de su hija había sido obra de
la Armada. Cuando los caminos se le cerraron, algunos días después, acudió a
Suecia. El había nacido en Chile, pero tenía ciudadanía sueca, al igual que
Dagmar. El caso llegó a la Justicia a través de un hábeas corpus presentado por
Ragnar. En 1979, la Cámara Nacional de Apelaciones rechazó el recurso. En 1980,
el entonces juez federal Luis Rabellini se declaró incompetente.
La mayoría de los datos fácticos de la desaparición de
Dagmar integran aquella dura carta enviada a Videla por Falldin, que integra el
intercambio diplomático que compartieron el reino sueco y la dictadura
argentina entre 1977 y 1986, y que quedó registrado en dos expedientes
archivados en la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Cancillería. Esas dos
carpetas, con decenas de órdenes, mensajes y pedidos –también judiciales–
realizados y respondidos por funcionarios de los gobiernos, fueron
desclasificadas y publicadas ayer en el sitio web en el que el ministerio
dirigido por Héctor Timerman vuelca archivos relacionados con la actividad de
la última dictadura.
“La embajada se permite recordar que las numerosas
presentaciones realizadas con este asunto hasta la fecha no han recibido
respuesta por parte argentina, excepto que la investigación continúa”, insistió
en mayo de 1978 la Embajada de Suecia en Buenos Aires en una carta enviada a la
Cancillería. Por si fallaba la memoria de los funcionarios locales, los suecos
acompañaban el cordial reclamo con una minuta fechada de todos los encuentros,
intercambios, reclamos y peticiones que diferentes funcionarios de ese país
europeo habían emitido a las autoridades militares argentinas entre la fecha de
desaparición de Hagelin y septiembre de 1977. El punteo incluyó encuentros
personales con Videla.
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Documentos desclasificados sobre el secuestro de Dagmar Hagelin |
La respuesta argentina no superaba aquello de “la
investigación continúa”. Aunque alguna ofrecía virulencia entre líneas. En
septiembre de 1977, por ejemplo, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores
le respondieron a la Embajada de Suecia que Dagmar era argentina y que la
información que seguía en ese texto era brindada por pura “cortesía”. Allí, el
organismo de gabinete de facto también comentó que “el gobierno argentino está
empeñado en la tarea de erradicar el terrorismo y la subversión”, que “los
procedimientos antisubversivos son efectuados por fuerzas conjuntas
perfectamente controladas... (que) llevan un registro oficial de aquellos
detenidos por vinculaciones con la guerrilla y la subversión, así como también
de aquellos casos de denuncias de desapariciones” y que tales registros “son
claros, precisos y permanentemente actualizados, lo que da como resultado un
conocimiento exacto de la situación de cada detención”. “En cuanto al caso de
la señorita Hagelin, no existen constancias oficiales de que hubiera sido
detenida por fuerzas de seguridad”, descartó por último ese comunicado. Las
listas allí mencionadas, en tanto, nunca aparecieron.