El escritor Mempo Giardinelli analiza la actualidad política argentina, en viaje a Helsinki, con los contrastes de Finlandia y su sistema educativo.
No siempre conviene, pero es inevitable mirar hacia atrás cuando se viaja. El avión levanta vuelo y abajo queda la realidad. Verbi gratia, los hitos de esta semana:
- La alianza de Mauricio Macri y
Ernesto Sanz constituye una especie de alta traición que muchos miles de
honestos radicales de todo el país dejarán pasar, desconcertados, porque su
Comité Nacional sigue abandonando principios. Por eso los otrora respetados
“Tribunales de Conducta” del viejo partido hoy no saben ni contestan. Lo dice
quien vivió su infancia en una familia que valoraba aquellos tribunales que
hacían de “la conducta cívica” una virtud suprema.
- Como era inevitable y predijo
esta columna, el fallo del juez Daniel Rafecas acaba en manos de una Cámara de
Apelaciones “amiga” de la retardataria Justicia tradicional. Ahí la tienen: es
la misma cámara que hace un año declaró “inconstitucional” el memorándum
argentino-iraní sancionado por el Congreso de la Nación, y la misma que dictó
el procesamiento del vicepresidente Amado Boudou. Adivinen qué va a “resolver”
ahora.
- Resuena todavía el discurso del
presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, en el que corrigió a la
Presidenta diciendo que el atentado contra la Embajada de Israel en 1992 no
podía reabrirse por ser “cosa juzgada”. Lo que luego fue también corregido,
porque en realidad no fue así, ya que el caso fue cerrado pero continúa
abierto. O sea: terminó pero se sigue investigando. O, si lo quieren aún más
confuso, es un típico caso argentino en el que la investigación acabó hace
años, pero como nunca terminó sigue abierto, por lo que en realidad es un caso
cerrado pero no cosa juzgada. Y así siguiendo.
- El estilo farandulero de la política,
que abruma a todos los partidos, alcanza también al kirchnerismo bonaerense: la
foto del gobernador Daniel Scioli junto al intendente Martín Insaurralde como
posible candidato a sucederlo parece ser el único modo de que el Sr.
Insaurralde se defina y deje de coquetear con el Sr. Sergio Massa, lo que no
dejaría de ser una extraña parábola que prenunciaría su muy posible desastre
electoral.
- Y por si fuera poco, la semana
cerró con la embestida de la ex mujer del fiscal Alberto Nisman –jueza cuestionada
y cuyos peritos de parte prestaron fieles servicios a la dictadura–
determinando así los titulares en letras tamaño catástrofe de Clarín y La
Nación: “A Nisman lo mataron, no se suicidó”. Con lo que se busca que el circo
mediático-detectivesco recomience casi dos meses después, ahora boicoteando el
serio trabajo de la fiscal Viviana Fein, a quien es obvio que se busca
sustituir por jueces y fiscales del Club de Amigos de Comodoro Py.

Por eso, a horas de dictar un
seminario sobre Literatura Argentina en la Universidad de Helsinki, no es
superfluo recordar que fue fundada en 1640 y hoy es la principal de este país
famoso por su calidad educativa. En una docena de facultades trabajan unas 8000
personas al servicio de más de 35.000 estudiantes en un clima de excepción. El
itinerario académico continuará en la Universidad de Turku, segunda ciudad
finlandesa, 140 kilómetros al sudoeste y mirando hacia Suecia. Esta fue fundada
en 1920 y acoge a 20.000 estudiantes. Ambas constituyen una vanguardia en
investigaciones, especializaciones y posgrados.
En el arribo a Finlandia impactan
el frío del Mar Báltico, la suave calidez de los finlandeses y su siempre
elogiado nivel educativo. Ese que muchos tontos políticos argentinos elogian
para cuestionar lo propio, ignorando que Finlandia tiene la misma extensión que
la provincia de Buenos Aires pero con menos de seis millones de habitantes,
todos los cuales gozan de un nivel de vida elevadísimo, en una economía basada
en pocas y enormes empresas (Nokia es emblemática) que acompañaron las reformas
educativas de hace medio siglo, que colocaron al país en la cima del famoso
índice PISA.
Ese indicador económico (no educativo) que muchos charlatanes utilizan para criticar la educación en la Argentina, ignorando que Finlandia tiene menos de 4000 escuelas para algo más de un millón de estudiantes, mientras que en la Argentina, en un territorio ocho veces más grande, hay que atender a alrededor de 12 millones de chicos y chicas estudiantes en 42.000 establecimientos educativos de los niveles inicial, primario, secundario y superior, y donde otros casi dos millones de jóvenes estudian en más de un centenar de universidades.
Ese indicador económico (no educativo) que muchos charlatanes utilizan para criticar la educación en la Argentina, ignorando que Finlandia tiene menos de 4000 escuelas para algo más de un millón de estudiantes, mientras que en la Argentina, en un territorio ocho veces más grande, hay que atender a alrededor de 12 millones de chicos y chicas estudiantes en 42.000 establecimientos educativos de los niveles inicial, primario, secundario y superior, y donde otros casi dos millones de jóvenes estudian en más de un centenar de universidades.
Sin ninguna duda, el sistema
educativo finlandés es un fantástico espejo en el que tenemos mucho para mirar
y aprender. Pero sabiendo de antemano que el sistema educativo argentino es
infinitamente más complejo por cantidad de demanda, extensión territorial e
inversiones en infraestructura y capacitación.
No es dato menor recordar que en
Finlandia el salario docente promedio es de entre 30 y 40 mil dólares al año,
lo que garantiza 190 días de clase anuales.
En lo único en que coinciden
ambos países es en que destinan más del 6 por ciento del presupuesto a la
educación. Pero comparar a Finlandia y Argentina es como comparar una gota de
agua con una manada de tapires.
Un poco menos de estupidez y algo
más de estudio y preparación le haría mucho bien a la dirigencia política
argentina.