Lorenzetti le escribió una carta a Horacio Verbitsky, quien
había revelado en Página/12 irregularidades en su re-re-reelección. También
anunció su decisión a dos de sus colegas, n una reunión informal.
El juez Ricardo Lorenzetti
anunció su decisión de renunciar a la presidencia de la Corte Suprema pese a
haberse garantizado hace dos semanas la re-re-reelección anticipada entre sus
pares para el período 2016-2019, cuando todavía le faltaba cumplir un tercio de
su mandato.
Lo hizo en una carta enviada al
periodista de Página/12 Horacio Verbitsky, quien había revelado irregularidades
en su reelección al cargo. Antes había hecho trascender su intención de dejar
la presidencia del tribunal. Así se lo hizo saber a dos de sus colegas, Elena
Highton de Nolasco y Juan Carlos Maqueda, en una reunión informal.
El argumento difundido por los
voceros del tribunal para justificar el paso al costado es que Lorenzetti
siente “cansancio y agobio moral”, después de haber recibido una andanada de
críticas. La decisión lleva un reconocimiento implícito a las maniobras que
rodearon su votación, como el hecho de que la acordada que definió su elección
por un cuarto período dice que se firmó en “la sala de acuerdos del tribunal”,
en presencia de todos los jueces supremos, cuando en rigor Carlos Fayt estaba
en su casa, donde le llevaron los papeles dos secretarios, tal como publicó
Página/12. Los voceros de la Corte aseguraban que Lorenzetti planteó que su
idea era dejar la función de presidente, que ejerce desde 2007, a partir de
enero del próximo año, pero que continuaría hasta entonces. En la carta que le
envió a Verbitsky, en la que le decía que le daba el “inmerecido privilegio” de
tener la primicia de la información, aseguraba que dejaría el cargo ahora, que
quedarían Highton como presidenta y Maqueda como vice hasta fin de año, y que
estimaba que para ese entonces la Corte tendría otra composición y serían
elegidas otras autoridades.
Según la versión que habían hecho
circular en la Corte, en el encuentro con Maqueda y Highton, se acordó que
volverán a tratar la cuestión en el plenario del martes que viene, ya que
Lorenzetti también hizo saber que hoy se va de viaje “por razones académicas”.
El relato transmitido a los medios decía que él les pidió a sus colegas que lo
suplanten, pero que no quieren, y que le insistieron en su continuidad, por lo
cual acordaron volver sobre el asunto en el próximo plenario. Una posibilidad
es que todo se trate de una suerte de “operativo clamor” destinado a conseguir
respaldo de sus pares y otros sectores de la familia judicial. En la línea
transmitida por los voceros del tribunal, Clarín anunciaba ayer mismo que la
renuncia sería rechazada por los otros supremos. Así, si Maqueda y Highton se
niegan a agarrar el timón, podría quedar legitimada de hecho la continuidad de
Lorenzetti. Otra posibilidad es que haya un reconocimiento real de que hubo
anomalías en la re-re-re y que se estén evaluando salidas negociadas en un
contexto en el que de por sí el funcionamiento de la Corte es deficiente, con
sólo tres miembros plenamente activos y Fayt que hace casi un mes no concurre
al Palacio de Justicia, según confirman fuentes supremas.
La reelección de Lorenzetti para
un cuarto mandato se produjo el 21 de abril, pero no fue publicitada de
inmediato sino un día después y a contramano de lo que había pactado con su
promotor, Maqueda: mantenerla en silencio. En cambio la Corte dio a conocer su
declaración de nulidad, firmada el mismo día, de la lista de conjueces para el
alto tribunal que había sido confeccionada por el Poder Ejecutivo y recibido el
acuerdo del Senado. El argumento fue que no se alcanzaron los dos tercios de
los senadores presentes, que es el exigido para designar a los jueces de la
Corte, cuyas funciones los conjueces están destinados a suplir. El mismo fallo,
sin embargo, explicaba que esas subrogancias las cumplen en primer lugar los
presidentes de las cámaras quienes, sin embargo, son elegidos por mayoría
simple. La fundamentación, que invocaba razones republicanas, la independencia
judicial y la división de poderes, lleva la lógica de una advertencia que
Lorenzetti introdujo después en una entrevista del diario cordobés La Voz del
Interior según la cual los jueces están para “poner límites al gobierno de
turno”.
La acordada que consagró la
futura presidencia de Lorenzetti tiene un primer párrafo que dice que “reunidos
en la Sala de Acuerdos del Tribunal, los señores ministros que suscriben la
presente, consideraron” que “frente a la próxima conclusión del mandato de
autoridades” es “necesario proceder a la elección de presidente y vicepresidente
del tribunal”. La proximidad a la que aludía es el “primero de enero de 2016” y
los que estaban reunidos no eran todos, sino que faltaba el más antiguo de los
jueces. El texto decía que éste apoyó la postulación de Lorenzetti propuesta
por Maqueda y que junto con él propuso a Highton como vice. Como informó
Verbitsky, Fayt no estaba en el plenario y dos secretarios le llevaron la
acordada a su casa para que la firme. A uno de ellos, contó, no lo reconoció.
La situación, señaló, es “grave” porque podría haber un delito, que es el de
falsedad ideológica de documento público.
Ni la acordada ni ningún
comunicado de la Corte aclararon las razones de la urgencia por la reelección
anticipada. El contexto, está a la vista, es el de una confrontación explícita
con el Poder Ejecutivo, en el que el tribunal viene haciendo gala de fallos que
ponen en jaque decisiones de gobierno o intentos de reforma. Además, se
adelanta a un escenario político todavía impredecible y, sobre todo, a la
posibilidad de perder el voto seguro de Fayt, de 97 años, para quien ya hubo
pedidos de evaluación de su capacidad psicofísica, uno de ellos planteado por
Aníbal Fernández, cuando todavía integraba el Senado (ver aparte). Para ser
presidente supremo hacen falta tres votos. Sin el de Fayt, Lorenzetti tendría
que votarse a sí mismo. La situación de la Corte es precaria mientras la
oposición política, además, se niega a votar un reemplazante de Raúl Zaffaroni
para completar los cinco miembros que debe tener por ley. Lorenzetti ha rechazado
públicamente cualquier idea de ampliación del tribunal y dijo que puede
funcionar con cuatro jueces.
En la versión suprema, Lorenzetti
tiene “cansancio moral” hace tiempo, pero no le impidió la re-re-reelección. Se
supone que ahora se debe a los cuestionamientos que recibió, que –además de lo
informado por Verbitsky en este diario– incluyen también a Zaffaroni, quien
dijo que él no se hubiera hecho reelegir y que la presidencia debería ser
rotativa para evitar “confrontaciones y la formación de bloques”. El penalista
incluso insiste con que la Corte debe tener más miembros para evitar la
concentración de poder. Por su lado, el jefe de Gabinete, Fernández, calificó
la reelección adelantada como una “falta de ética total” y advirtió que “ni de
la Constitución ni de la legislación” surge que la Corte tenga como misión
“poner límite a los otros poderes, entre ellos, al Gobierno, mucho menos cuando
son votados por la voluntad popular”. La semana pasada, cuando Lorenzetti,
además de hablar de los “límites” a los poderes, se quejó del “narcotráfico y
la inseguridad”, Cristina Kirchner contestó que “en lugar de dar tantos
discursos” el Poder Judicial debería dar recursos y personal para lograr más
eficacia.