En el Foro Económico de Suiza, la expectativa estuvo centrada en Macri y qué políticas pueden esperarse en los próximos años.
El lugar en el cuadro de honor de
Davos que antes ocupaba el país vecino de Brasil, correspondió esta vez a la
Argentina. “Fuerte interés tras doce años de kirchnerismo”, tituló el diario
Clarín. “La expectativa de los organizadores con la llegada de Macri es tal que
ayer a la tarde la bandera argentina flameaba en un lugar destacado de la
entrada”, se emocionó el matutino. “Quienes acusan recibo de las expectativas
por la llegada del Presidente son los empresarios argentinos que dijeron
presente en Davos. El comentario general en esta edición es que hay más pedidos
que de costumbre para que ellos cuenten quién es Macri y qué políticas pueden
esperarse en los próximos años. El entorno presidencial sincronizó que la
mirada del país de estos empresarios está en consonancia con la de un gobierno
que busca insertar a la Argentina en el mundo. ‘Nunca antes tuve tantas invitaciones
para hablar’, dijo el economista Mario Blejer. ‘Muchos empresarios
internacionales con quienes me encontré durante el día me han dicho que seguían
intentando concertar una reunión con el Presidente’, agregó Marcelo Mindlin,
titular de Pampa Energía’”, seguía el artículo de Clarín. El tono fue similar
al que utilizó en enero de 2000 el diario La Nación, cuando el estadista era
Fernando De la Rúa: “Con elogios de la prestigiosa consultora JP Morgan,
publicados en The Wall Street Journal Americas, el presidente inició su primer
periplo oficial. La exitosa colocación, ayer, de un bono a 20 años por 1250
millones de dólares motivó el elogio de Rachel Hines, directora general de JP
Morgan. ‘Existe confianza en el programa fiscal y en los planes argentinos’,
dijo la ejecutiva”. Dos años antes, el que acumulaba distinciones en Davos era
Carlos Menem. “El Presidente desplegará entre hoy y mañana en Suiza todo su
arte para convencer a europeos y norteamericanos que la Argentina y Brasil son
un oasis para los inversores extranjeros”, detallaba Clarín, a meses de la
devaluación del real que profundizaría la crisis en la región. La nota
resaltaba las palabras de William Rhodes, vicepresidente del Citibank, sobre la
fortaleza nacional para responder a los desafíos del momento, enviando “un
mensaje tranquilizador”. Ese año el país entraba en una recesión de la que no
podría salir hasta después del estallido de 2001.
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Macri y su esposa en los Alpes suizos |
La explicación de los gobiernos
argentinos que han brillado en Davos, como el de Macri en esta oportunidad, es
que su obsesión es atraer inversiones para potenciar la economía. En la
práctica sucede algo distinto: lo que consiguen mayormente es habilitar un
canal para producir un endeudamiento masivo del Estado. Esos capitales no
llegan para abrir fábricas, financiar centrales energéticas o promover obras
públicas, aumentando la capacidad productiva y la competitividad de la economía
nacional, sino que se vuelcan a necesidades de sectores concentrados y clases
acomodadas. En los 90 y los 2000, por ejemplo, el endeudamiento alimentó la
fuga de capitales de los ganadores del modelo, la repatriación de divisas de
bancos y empresas extranjeras y permitió sostener por una década la ficción del
uno a uno de la convertibilidad. En la actualidad ocurre algo similar: los
dólares que está tomando el Tesoro le permitieron terminar con las
restricciones a la compra de esos billetes y restablecer los mecanismos para la
salida de divisas. El financiamiento también es un puente para lubricar la
desregulación financiera, la apertura importadora, la pérdida de ingresos por
el achicamiento de la economía y el repago de la deuda. La negociación con los
fondos buitre, que seguramente derivará en la emisión de bonos por entre 15.000
y 20.000 millones de dólares, es otro capítulo del mismo plan.
Si el interés estuviera
verdaderamente en lo que ocurre en el mercado interno, las noticias de estos
días no serían los despidos –que ya se cuentan por miles, primero en el sector
público y cada vez más en el privado–, los intentos por poner un cepo a las
paritarias, la floja temporada en los principales destinos turísticos, las
peores ventas de autos cero kilómetro en una década en lo que va de enero, el
salto inflacionario que triplicó el ritmo de aumento de precios hasta octubre,
las primeras señales de recesión en ramas fabriles y de consumo masivo, los
anticipos de tarifazos y quita de subsidios y el aumento de la conflictividad
social. Todo ello es consecuencia del cambio radical en las prioridades
económicas del nuevo gobierno respecto al anterior, reflejado en una batería de
medidas como la quita de retenciones, la devaluación, la eliminación de regulaciones
para la entrada y salida de capitales, el desinterés por sostener con potencia
un programa como Precios Cuidados y la promesa de que se podrá importar y
exportar libremente, entre las principales. Nada de eso estuvo presente en las
exposiciones de Macri, Prat-Gay, Malcorra y Sturzenegger en Davos. Allí ellos
fueron las nuevas figuras ensalzadas por los representantes del poder
financiero, premiados con gestos como el prometido respaldo de Estados Unidos
en los organismos internacionales cuando el país vaya a pedir créditos, la
posibilidad de concertar un encuentro con Barack Obama o la invitación a
participar de la Ocde, el club de los países ricos. Un balance muy positivo
para las aspiraciones del Gobierno, mientras el perro Balcarce se quedó custodiando
el sillón presidencial.
Autor: David Cufré - Fuente: Página 12