Cuando marchaba a caballo rumbo a
Yapeyú en homenaje al general José de San Martín, Jorge Cafrune fue atropellado
por una camioneta. Un accidente sin esclarecer en época de dictadura, a un
artista que días antes había osado transgredir la censura en Cosquín.
En el libro Jorge Cafrune,
memoria de un hombre libre, publicado en Córdoba en 2004 por Héctor Ramos, se
recupera el anuncio de la travesía que estaba por hacer el folclorista y se
dice que Cafrune expresó al respecto: “Me amenazaron diciéndome que si hago el
viaje moriré. Dicen que un zurdo no puede mancillar la tierra de San Martín.
Siempre dije que no soy comunista, que soy nacionalista con `c` y no con `z` y
que no me alineé como cantor de protesta. Yo le canto al pueblo”.
Aunque la familia tuvo sospechas
de que el accidente haya sido intencional, la represión de la época le impidió
que llevaran a cabo una investigación. Una de sus hijas, Yamila Cafrune,
cantante y abogada, señaló repetidas veces que los familiares decidieron
olvidar el tema para no enloquecer. Sin embargo, reconocieron que era un artista
que no congeniaba con la situación política que se vivía en el país por aquel
entonces.
En una entrevista concedida al
diario Página 12, la cantante dijo que había muchas conjeturas respecto del accidente: “Que detrás del accidente estuvo Gendarmería,
o la Triple A. Es sabido que López Rega dijo que Cafrune era más peligroso con
una guitarra que un ejército con armas. Es sabido que sus discos estaban prohibidos:
En Radio Nacional de Córdoba guardan un disco que tiene los temas que no podían
pasarse tachados con birome en la tapa y rayados con un clavo adentro. Entre
ellos estaba Zamba de mi esperanza. ¿Sabés cuál era la palabra prohibida...?
Era la palabra esperanza”.
Y esa fue precisamente la canción
que Jorge Cafrune cantó en Cosquín. Hay un testimonio en el libro Nunca Más,
dado por la presa política Celia Meschiatti, que estuvo detenida en el campo de
concentración de La Perla, en donde asegura que los militares allí presentes
(en La Perla) coincidieron en que había que matarlo por haber cantado una zamba
prohibida (el que dijo esto fue el Teniente Primero Carlos Villanueva). En otro
tramo de su alegato, Meschiati apuntó que el clima esa semana en La Perla fue
de gran nerviosismo. Decían que estaban preparando una `operación especial `…
Después Cafrune que volvía a caballo por la ruta fue arrollado por una
camioneta que huyó. Dijeron que el operativo especial `se había cumplido`”.
Las crónicas periodísticas de la
época, censura mediante, señalaron que el cantor, entonces de 40 años, sufrió
el accidente que le ocasionó la muerte en la ruta 27 al ser embestido por una
camioneta conducida por Héctor Emilio Díaz, de 19 años. Cafrune iba montando a
caballo rumbo a Yapeyú, Corrientes, junto a su amigo "Fino"
Gutiérrez, para participar del homenaje por el bicentenario del nacimiento del
general San Martín. El conductor no sólo atropelló a Cafrune y a su caballo
blanco, sino al otro jinete (Gutiérrez) que marchaba varios metros adelante;
detuvo la camioneta recién a 200 metros del lugar donde se había producido el
impacto y luego se alejó sin ayudar a las víctimas.
Aunque sufría la rotura de diez
costillas y politraumatismo de cráneo, Cafrune llegó con vida a la asistencia
pública de Benavídez. De allí lo trasladaron al Hospital Municipal de Tigre, y
más tarde volvieron a trasladarlo, esta vez al Instituto del Tórax de Vicente
López, trayecto en el que murió.
En “Militancia de la canción.
Política en el canto folclórico de la Argentina 1944-1975”, libro donde volcó
su tesis de Maestría en Historia de la Universidad Di Tella, el especialista
Carlos Molinero indica que un Cafrune agonizante expresó: “Es mejor que me
maten…no aguanto más…Te encargo mis hijos, que no les pase nada”.
La investigación recuerda que
Cafrune cometió la osadía de entonar una canción prohibida en Cosquín alegando
que “aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la
voy a cantar”.
“Son las palabras de Cafrune las
que resultan ácidas, más aún que la canción. Era claro que eran reveladoras de
un secreto a voces: había canciones prohibidas y Cafrune se preciaba de no
acatar prohibiciones pues el pueblo era más que el gobierno, por terrorífico y
poderoso que éste fuera”, escribe Molinero.