En la historia de nuestro país se dieron puntos de vista que formularon "doctrina" sobre el compromiso con nuestros acreedores.
Por Juan Carlos Junio *
Mauricio Macri repite la misma idea que en diversos momentos históricos esgrimieron otros presidentes que tomaron la decisión política de someter a la Nación y a su pueblo a la extorsión de los prestamistas internacionales. Ninguna originalidad y la misma claudicación.
Si bien desde los inicios de
nuestra vida como Nación independiente se generaron préstamos que resultaron
ruinosos, el caso más emblemático es el de Baring Brothers. Fue el presidente
Nicolás Avellaneda (1874-1880) quien fijó el carácter doctrinario de esa
conducta política.
Con la lucidez y la determinación
que lo caracterizó, el joven presidente tucumano pontificó para su presente y
para los tiempos por venir: “La República puede estar dividida hondamente en
partidos internos; pero no tiene sino un honor y un crédito, como solo tiene un
nombre y una bandera ante los pueblos extraños. Hay dos millones de argentinos
que economizarían hasta sobre su hambre y sobre su sed, para responder en una
situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados
extranjeros”.
Por entonces, la crisis de la
deuda externa se había originado en varios factores: exceso de importaciones
que obligó a una gran afluencia de metálico y préstamos de entidades europeas,
caída de las exportaciones; y en un punto de crisis en las metrópolis, los
capitales se retiraron abruptamente.
Este último fin de semana, el
presidente Macri afirmó que “lo importante es que la Argentina debe honrar sus
deudas para ser confiable y poder acceder al crédito internacional”. Y agregó
“hace falta poner en marcha nuestra economía y una forma de activarla es tender
puentes con el mundo”. Como decíamos, nuestro Presidente sigue la doctrina
Avellaneda, aunque no lo sepa y la relate con un lenguaje mucho más básico que
el fundador de la doctrina.
Es imprescindible aclarar que por
entonces el país estaba al borde de la suspensión de pagos y, en cambio,
actualmente, la Argentina es una de las naciones más desendeudadas del planeta.
Ha cumplido estos años con los pagos de su deuda, luego de la histórica punción
del 67 por ciento que aplicó Néstor Kirchner y los próximos vencimientos son
muy acotados.
Cierto que nuestra historia
registra conductas políticas patrióticas. Durante el gobierno de Julio
Argentino Roca, paradójicamente también muy joven y oriundo de Tucumán, su
canciller, Luis María Drago, formuló la doctrina que lleva su nombre. En el año
1902 Venezuela sufrió una agresión militar por parte de Inglaterra, Alemania e
Italia invocando el no pago de los servicios de la deuda pública, con la aquiescencia
del presidente norteamericano Theodoro Roosevelt. La célebre protesta de Drago
señalaba que “el capitalista que suministra su dinero a un estado extranjero...
sabe que contrata con una entidad soberana y es condición inherente a toda
soberanía que no puede iniciarse ni cumplirse procedimientos ejecutivos contra
ella”.
Lo cierto es que el Presidente se
allana a la extorsión perentoria de los buitres, que pasaron a llamarse
holdouts; y como ya no pueden ocultar su fama carroñera, en su proyecto de ley
los denominan “tenedores de títulos públicos elegibles”, algo así como “ya no
sos mi Margarita, ahora te llaman Margot”. Claro que también exigen a los
parlamentarios para que levanten sus manos, legitimando un despojo histórico a
nuestro pueblo, que condicionará su vida por largo tiempo.
Está en juego también nuestro
honor como Nación soberana, ya que si diputados y senadores aceptan esta vulgar
extorsión política, volveremos a tiempos de pérdida de la dignidad, en pos de
la “gobernabilidad” macrista, como formulan su postura algunos que se ubican
como opositores herbívoros (parafraseando al General), y votarán el cruel
endeudamiento junto a la claudicación de Cambiemos.
Los liberales macristas, serán
consecuentes con su credo pro imperialista y la dirigencia radical de estos
tiempos, una vez más se doblará, contradiciendo groseramente el apotegma del
gran caudillo fundador, Leandro N. Alem.
Si el Parlamento vota las leyes
como vienen del Ejecutivo, honraremos los papeles infamantes de los usureros internacionales,
que serán afrontados con el hambre y la sed de los Argentinos. Esto sí lo sabe
Macri, aunque nunca haya leído nuestra historia, ni siquiera la de los
liberales fundadores de la Patria oligárquica, de la cual es heredero.
* Secretario general
Partido Solidario. Director del Centro Cultural Cooperación Floreal Gorini.